[Partners COIAL] Nuestro partner Regaber nos habla de la tecnología de riego
Y SIGUE SIN LLOVER… Y TENEMOS QUE SEGUIR REGANDO
En semanas como esta, en la que no dejamos de escuchar noticias acerca de la sequía o de la baja reserva hidráulica, es cuando más nos reafirmamos los que trabajamos en esto en la importancia de una adecuada gestión de las aguas y del uso de sistemas de riego eficientes.
La agricultura de regadío en España es la responsable de casi el 80% del consumo de agua, así como también es la responsable de producir 28 millones de toneladas al año de frutas y hortalizas frescas, superando los 12.000 millones de euros de exportación, solo en el sector hortofrutícola.
Estos pocos datos bastan para hacerse una idea de la importancia de la agricultura en la economía española y también bastan para concienciarse sobre la importancia de hacer un uso racional del agua si queremos mantener estas cifras en el futuro.
Por supuesto que no se trata de no regar, pero sí de aprovechar toda la tecnología a nuestro alcance para aprovechar cada gota de agua de la forma más eficiente posible. Se trata de evitar pérdidas en el transporte, en la distribución y en la aplicación, aumentando al máximo los porcentajes de eficiencia de cada proceso.
Las empresas de tecnología de riego dedican cada vez un mayor presupuesto en I+D+i para aumentar la eficiencia del riego,conscientes de que en un futuro no muy lejano será este aspecto, y no otro, el que las hará más competitivas en los mercados, porque la eficiencia va a ser el valor diferencial que nos permita alcanzar la sostenibilidad en la agricultura.
En torno a esta idea, últimamente se están acuñando diversos términos que engloban el uso de las nuevas tecnologías en la agricultura: smart agriculture, agricultura de precisión, smart irrigation, … Podríamos también llamarle sentido común, al hecho de aprovechar todas las innovaciones al alcance de nuestra mano, pero queda mucho menos tecnológico.
Hasta aquí, casi estamos todos de acuerdo. Quizá los desacuerdos empiezan a plantearse cuando pensamos en sustituir una infraestructura hidráulica por otra más moderna o un sistema de riego por otro sistema más eficiente. Esto ya nos toca el bolsillo. Es en este punto en el que la conciencia ambiental se nos viene un poco abajo y pensamos más en el presente que en el futuro y nos entran las dudas sobre si esa eficiencia de la que nos hablan, será tan eficiente como dicen los datos. Pero los datos están ahí. Y los ensayos. Y la experiencia. Demostrando todos ellos que invertir en futuro, en producción y en sostenibilidad, no es un gasto inútil, sino una inversión de lo más rentable.