El rey Arturo, Kavafis, Moellen-Werr, Marilyn o West side story, en el discurso de celebración de las bodas de oro de la quinta del 45
Recientemente se han celebrado las Bodas de Oro de la quinta del 45, una de las que completó el plan de 57. Misa en el Santo Cáliz y comida para volver a verse las caras, celebrar la vida, demostrar los afectos, echar la vista atrás con la tranquilidad que otorga haber vivido y compartir el poso de la experiencia.
Nuestros mayores son testimonio presente de la profesión que amamos. Y en cada grupo humano siempre hay alguien que se anima a poner en palabras lo que todos sienten. En este caso fue José Vicente Maroto, catedrático de Producción Vegetal, conocido por todos, quien se lanzó a hacer memoria y protagonizó una charla memorable, en la que recordó algunos de los eventos históricos que su generación ha vivido: “Mayo del 68, la guerra de Vietnam, los asesinatos de los hermanos Kennedy, el movimiento hippy, la muerte de Marilyn, la llegada del primer hombre a la Luna y las películas West Side Story , Esplendor en la Hierba y unos años antes, Al este del Edén, para ver la cual, como no era tolerada a menores, tuvimos que saltarnos la prohibición gubernativa”.
Una Odisea
En su discurso también tuvo espacio la mitología. Llamó a sus compañeros “supervivientes de aquella peculiar Odisea en la que la cantidad de Cíclopes, Scilas, Caribdis y Circes no nos lo pusieron demasiado sencillo para llegar a la Ítaca deseada”. También tuvo un recuerdo para los que ya no están: “Gracias, sobre todo, al empeño de José Vicente Guillem al evocarlos en esa magnífica capilla: seguro que en la mesa artúrica de las estrellas y alrededor del Grial estarán contemplando, satisfechos, este acto”.
También tiró del poeta alejandrino Kavafis, “que piensa que lo importante es el propio hecho de viajar, de contemplar en mercados fenicios madreperlas, nácares ovoluptuosos perfumes, pero en nuestro caso, las maravillas eran algo menos maravillosas: ampliaciones de física y matemáticas, geometría descriptiva o hidráulica, que conducían aquellos profesores de la aristocracia titánica: Sir Lawrence Milord de los Anillos Algebraicos; Su Alteza Imperial Titus I de la Citrus St. y las 2 Sicilias; el implacable barón del Teodolito y la cadena de agrimensor”.
Superingenieros y antiguos rockeros
Maroto recordó que en aquellos cursos del Plan de 1957, “se trataba de formar superingenieros, lo que realmente fuimos nosotros cuando superamos la carrera y durante un cierto tiempo. Nuestros cerebros almacenaron millones de las actuales megas en conocimientos. La lástima es que con el paso del tiempo, y sin deberse exclusivamente al alzheimer, muchos de los conocimientos adquiridos se olvidan: las bases del cálculo de la velocidad de escape de los cohetes al espacio o el cuadrilátero articulado; la teoría de la Resistencia de Materiales del Tymoshenco; los tomos de Electrotecnia de Moeller-Werr; el Kramer de Probabilística; y un largo etcétera”.
Y se quejó de la llegada de las nuevas tecnologías: “A nosotros, antiguos rockeros y últimos mohicanos de la regla de cálculo, que aprendimos a resolver problemas de cualquier tipo con la racionalidad cartesiana, nos han impuesto, con el martillo pilón, el imperio virtual del dedito deslizante, las innumerables contraseñas, códigos QR, registros, números secretos y claves con IPADs, apps y móviles, que sirven y son imprescindibles para cualquier actividad de nuestra cotidianidad”.
Maroto remataba su alocución con agradecimientos, “sobre todo a los que tenéis vuestra residencia fuera de Valencia, por asistir a este acto. Compañeros: resistimos y aún estamos vivos. Aún tenemos ilusiones, como estar juntos en torno a estas Bodas de Oro, lo que no ha resultado demasiado fácil. Carpe Diem, y aunque juvenes non sumus, decid conmigo:
¡gaudeamus igitur!”