“Debemos enseñar a los consumidores la importancia de los productos amparados bajo una DO”
Han tenido que pasar cinco generaciones de ‘Gorets’ hasta que esta familia, vinculada al cultivo del arroz en La Albufera, ha alumbrado un ingeniero agrónomo. En este caso, ingeniera. Así pues, nos encontramos con Belén Cerezo, una compañera que lleva en la sangre la tradición ancestral agrícola combinada con todo el conocimiento que ha adquirido en la universidad. Aunque al principio de su carrera no pensaba dedicarse a la explotación familiar, sino a la biotecnología, las circunstancias personales y las necesidades hicieron que se integrase en la empresa familiar, Tartana Rice.
¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?
Creo que la sociedad percibe a los ingenieros agrónomos principalmente como los técnicos responsables de las actividades agropecuarias y agroalimentarias en todos sus pasos.
¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?
La capacidad de adaptación y la posibilidad de poder gestionar y dirigir cualquier paso o proceso de la cadena alimentaria: gestión agronómica del campo, responsable de calidad de la planta de envasado, proyección de la nave, desarrollo de procesos, investigación, nuevos proyectos relacionados con la agricultura 4.0 o gerencia, entre otros.
El crecimiento de la burocracia requiere casi siempre de un responsable titulado
¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?
Tecnología y conocimiento.
Formas parte de la quinta generación de tu empresa familiar. ¿Eres la primera ingeniera agrónoma de la familia o ya hubo alguien que abrió el camino?
Sí, soy la primera ingeniera agrónoma. Realmente, no era mi intención dedicarme a la explotación familiar; mi interés principalmente era la biotecnología, estudio y desarrollo de nuevas variedades vegetales. Cuando yo estudié no existía ese grado y estaba dentro de la carrera de ingeniero agrónomo. Luego, las circunstancias personales y las necesidades hicieron que me implicara más en la empresa familiar.
¿Qué has podido aportar, desde la ingeniería agronómica, a la empresa familiar?
El trabajo de los ingenieros, tanto técnico como de dirección, es casi imprescindible. Además, el crecimiento de la burocracia requiere casi siempre de un responsable titulado.
Nuestro sistema de minifundio hace complicada la gestión de las parcelas. Una reagrupación favorecería las economías de escala
¿Cómo se combina la producción tradicional que conserváis y fomentáis con las nuevas tecnologías de cultivo y la innovación que se están introduciendo en el sector?
Con mucho trabajo y observación. Vamos poco a poco probando nuevas tecnologías, teledetección vía satélite, mejorando las técnicas de abonado y gestión de malas hierbas. Buscamos un cultivo más sostenible económica y agroambientalmente. Aunque muchas de las nuevas iniciativas están limitadas por el enclave en el que nos ubicamos, cualquier actividad está supeditada a la normativa dentro del Parque Natural, y como vemos en otros sectores, la tecnología va más rápido que la legislación.
¿Qué incentivos tiene para un ingeniero agrónomo para desarrollar su trabajo en un lugar tan singular como La Albufera de Valencia?
Son muchos. Hay mucho trabajo por hacer, nuestro sistema de minifundio hace complicada la gestión de las parcelas. Una reagrupación de parcelas favorecería las economías de escala y haría que los costes disminuyeran. Ese sería un gran reto. Nuestras estructuras hidráulicas son de hace mas de 200 años, y no han variado prácticamente nada. Las Comunidades de Regantes hacen una gran labor, pero debe de haber una mejora en las estructuras tal y como la hubo hace años en el sector citrícola.
También echo en falta una mayor profesionalización del sector. Hasta hace años existía la figura del agricultor, que se levantaba y trabajaba sus tierras, que conocía la tierra, el cultivo y el clima, y esa figura está desapareciendo. Alguien debería de coger el testigo y profesionalizarlo.
Debemos seguir cultivando arroces de gran calidad que nos diferencien de arroces importados y defender nuestro producto comercialmente con nuestras marcas
Actualmente, La Albufera se encuentra en un proceso de regeneración que aún depende de determinadas inversiones pendientes en infraestructuras hídricas. ¿Eres optimista con este proceso de recuperación de la calidad del agua de la laguna?
Sí, se ve una evolución año tras año en la calidad del agua, es algo prioritario en el parque natural.
En un contexto mundial en el que existen grandes zonas de producción en varios países, ¿Cuál debe ser la estrategia de los productores de La Albufera?
La pasada semana hubo una noticia en los periódicos que incide directamente en el sector con referencia a la situación mundial: “La UE propone permitir en el arroz importado de Asia una sustancia prohibida”. Se trata del Triciclazol, una materia activa que lleva años prohibida en Europa, que es indispensable para el sector para reducir los daños por la enfermedad de la Piricularia, que este año nos ha costado a los agricultores una merma de producción de casi el 50% y ha puesto en riesgo el cultivo de variedades tradicionales como la Bomba. Con este panorama, no nos queda otra que seguir trabajando, apostando por la calidad, además un cultivo económico y agroambientalmente sostenible. Debemos seguir cultivando arroces de gran calidad que nos diferencien de arroces importados y defender nuestro producto comercialmente con nuestras marcas. Desde Tartana, intentamos promover lo que llamamos la “cultura del arroz” y todo lo que va ligado a él. Debemos enseñar a los consumidores la importancia de los productos amparados bajo una denominación de origen, como en este caso la Denominación de Origen de Arroz de Valencia. Además, exigir a las administraciones la obligatoriedad de marcar el origen y la variedad.
Cualquier actividad está supeditada a la normativa dentro del Parque Natural, y como vemos en otros sectores, la tecnología va más rápido que la legislación
Nos gustaría conocer tu opinión profesional sobre la quema de la paja en La Albufera. ¿Qué solución crees que es la más respetuosa con el medio ambiente y es asumible por los productores?
Considero el modo de eliminación de la paja debería ser heterogéneo. Es decir, permitir la quema, la recogida o la incorporación de la paja. Elegir una opción u otra debería de depender de los agricultores, las asociaciones de agricultores o las comunidades de regantes y no de la administración, porque la carga burocrática que hay para tramitar estos permisos hace imposible la quema. El medio natural dificulta la recogida. Es posible, pero difícil, no hay maquinaria disponible para recoger toda la paja que hay y no se puede dejar en el terreno empacada, como en otros cultivos o zonas, porque es zona inundable, con lo cual debe de haber una logística bien organizada, que a día de hoy no existe tampoco. Y por último, el sector no puede incrementar mucho mas los costes, y menos en una campaña como esta que ha sido desastrosa.
¿Cómo definiría la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?
Creo que cada vez está más especializada.
¿Qué amenazas acechan a la profesión?
Son tantas… Exigencias sociales, administrativas, medioambientales o seguridad alimentaria, por poner unos ejemplos, que creo que es una profesión de gran demanda.
Las Comunidades de Regantes hacen una gran labor, pero debe de haber una mejora en las estructuras tal y como la hubo hace años en el sector citrícola
¿A qué retos nos enfrentamos?
Siguiendo la anterior pregunta, saber atender a la demanda correctamente.
¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?
Mucha más inclusión en el sector primario.