Nuestro partner Oxifuch utiliza ingeniería de biosistemas para degradar fangos de balsas de riego
La Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, ha generado incertidumbre entre los responsables del mantenimiento de balsas de riego. Las dudas han surgido porque los sedimentos de agua bruta ya no están explícitamente excluidos de la aplicación de la nueva ley. Aunque algunas interpretaciones entienden que el fango que se genera en las balsas de riego podría continuar recibiendo un trato diferenciado, aplicando excepciones específicas, la gestión administrativa de estos residuos inertes y no peligrosos implica un costo considerable que supera el beneficio de su extracción.
Un panorama que no solo genera inseguridad jurídica, sino que también podría derivar en controversias administrativas por parte de la Administración y el Seprona. La ley habla de multas que irían desde los 20.001 € para infracciones leves hasta los 3,5 millones de euros para sanciones muy graves. Unas cifras que provocan mareo.
Nuestro partner Oxifuch, además de alertar sobre las obligaciones y sanciones que estipula la nueva ley, apuesta por minimizar la proliferación de estos fangos en las balsas de riego. Su gerente, Ricardo Mateos, nos explica que la mejor forma de conseguir esto es “dejar de matar algas mediante alguicidas químicos o ultrasonidos, puesto que para solucionar un problema generas otro: las algas muertas configuran un cementerio al fondo, o dicho de otra manera, generan fango”. Con la nueva ley, si se extrae este fango, se ha de llevar a un punto de tratamiento de vertidos.
Para gestionar de la mejor manera estos biosistemas, Mateos explica que existen tecnologías naturales como “la oxigenación a base de microburbujas oxifuch o la biorremediación, a base de bacterias naturales de la familia de las bac-asili, que no han sido modificadas genéticamente y son producidas bajo las normas específicas de la UE”. Cualquiera de estos dos tratamientos “además de evitar que surjan algas fruto del desequilibrio del agua, degradan de forma natural los posibles fangos”. Es decir, que evitan la formación de nuevos fangos y van degradando los ya existentes, lo que redunda en la calidad del agua, ya que el fango crea condiciones anaeróbicas, lo que genera aguas con más anoxia y por tanto, de peor calidad. Además, estos sistemas redundan en la protección del medio ambiente.