Algarrobo, un leñoso ideal para el contexto de sequía y peligro de erosión que vivimos
Llevamos años hablando del cambio climático; tanto de su mitigación como de la adaptación que debemos hacer para afrontarlo. La climatología de este último año está haciendo patente que vamos a tener que trabajar con ahínco en la adaptación, puesto que la sequía y las máximas de récord así parecen indicarlo.
Constantemente oímos hablar de modificación genética para conseguir variedades que se adapten mejor a las altas temperaturas; pero lo cierto es que ya conocemos algunas especies que han demostrado a lo largo de los siglos su capacidad para proliferar en terrenos áridos. Nos lo recuerda nuestro partner Biosur, que en los últimos años se ha metido de lleno en el cultivo de un leñoso milenario: el algarrobo.
Ideal para la recuperación de terrenos medioambientalmente degradados
Los algarrobos pueden convertirse en una especie botánica ideal para la recuperación de terrenos medioambientalmente degradados, pobres en nutrientes y con altas salinidades. Es un árbol que crece en condiciones de elevada aridez, y por tanto es idóneo para plantar en ecosistemas de gran dureza ambiental, como las zonas sensibles a la sequía, donde otras especies frutícolas no son viables, así como para la reforestación de nuestros montes.
Una de las características morfológicas de este leñoso es su extenso y profundo entramado de raíces, algo que le otorga capacidad para minimizar la erosión del suelo provocada por las escorrentías de agua. Este tipo de raíces palía las consecuencias de las grandes riadas al facilitar que el agua pueda infiltrarse con más eficiencia en el suelo. Esta circunstancia lleva aparejado un aumento de las recargas de agua en los acuíferos subterráneos: las raíces profundas son excelentes conductores de agua hacia el interior de la tierra.
El algarrobo, por sus singularidades biológicas, es el candidato ideal para reforestar estribaciones montañosas que estén a menos de 50 km de la costa mediterránea y a unas altitudes inferiores a 500-800 metros (sus límites de supervivencia): justo el territorio de la Península Ibérica donde hoy en día la aridez está presente en su máxima expresión.
Atraer las lluvias
Según mantiene Agustín Tejada, CEO de Biosur y Nogalnature, “si reforestásemos masivamente nuestros montes con algarrobos en combinación con otras especies arbóreas, conseguiríamos que esas recargas de agua hacia los acuíferos subterráneos fueran de mayor cuantía”. Pero, ¿cuál es el mecanismo que se generaría? “Existe una relación cuantos más bosques, más lluvias: cuando el vapor de agua procedente de la transpiración de los árboles se une a la humedad que traen los vientos procedentes del mar provoca, en muchas ocasiones, que la humedad relativa del aire circundante alcance más fácilmente la cifra del 100%. Es el momento en que las lluvias aparecen mágicamente en el entorno”, asegura Tejada.
El CEO de Biosur continúa con su razonamiento: “Si plantamos algarrobos para reforestar favoreceremos el incremento de la biodiversidad porque sus frutos alimentan a la fauna; y además lucharemos contra el cambio climático que estamos padeciendo puesto que, a los 40 años, un algarrobo llega a absorber unas 0,12 toneladas de CO2 equivalentes por pie. Esto significa que por cada hectárea que contenga unos 400 algarrobos, la cifra total de absorción de CO2 sería de unas 48 toneladas, cifra equivalente a la huella de carbono que en España generan 14 personas en un año… ¿Es mucho, es poco? Al fin y al cabo, es una contribución más para reducir los gases de efecto invernadero”.
Los algarrobos, un aprovechamiento milenario
Desde hace miles de años, los algarrobos están siendo utilizados por nuestra sociedad por los múltiples beneficios terapéuticos y alimenticios que nos aportan. Además, desde hace unos años, sus semillas (el garrofín) están despertando un elevado interés en el mercado, que lo utiliza como aditivo en la industria alimentaria, así como por sus propiedades nutricionales, especialmente por su excelente perfil proteico según los estándares de la OMS, ya que son una fuente de aporte de los nueve aminoácidos esenciales para los seres humanos: son aminoácidos que nuestros cuerpos no pueden sintetizar por sí mismos y deben de ser ingeridos a través de la dieta. Este interés alimentario que a su vez también viene acompañado por los altos precios de cotización económica que actualmente está alcanzando el garrofín. Hace unos meses, publicamos un interesante artículo sobre las propiedades alimenticias del algarrobo: La investigación y la legislación sitúan al algarrobo en la ‘champions’ de la dieta mediterránea y disparan su cotización.