12/03/2018

[Campaña Cítricos] «Los cítricos se están pagando bien esta campaña, pero aún estamos en precios de hace treinta años», Marcos Vallés

Marcos Vallés lleva muchos años vinculado al sector de los cítricos. Trabaja en la zona de La Costera, en poblaciones como Xàtiva, Canals o Montesa, como experto en explotaciones citrícolas y propietario de una empresa de suministros agrícolas. Aunque matiza que hay una gran gama de variedades, cada una con sus particularidades, se muestra concluyente en el análisis de la presente campaña: «En general, ha habido una merma de alrededor del 25% en la producción de este año y la calidad de la fruta, sobre todo en variedades tempranas, está siendo peor que la del pasado». Paradojas de la oferta y la demanda.

No es extraño que así sea, ya que a una cosecha abundante suele seguir otra más corta y de peor calidad debido al agotamiento del árbol. Si a eso unimos la escasez hídrica y las altas temperaturas que han soportado los campos, tenemos los resultados que se han dado. «Ha sido un año muy seco, uno de los menos lluviosos de los últimos diez o quince; hasta abril llovió bastante, pero durante el resto del año, en La Costera apenas ha llovido dos veces, y en una cantidad muy baja, inferior a los diez litros por metro cuadrado», recuerda Vallés.

La adversidad climatológica ha afectado a la mayoría de las variedades. «Las variedades tempranas no han salido igual de finas de piel que las del año pasado, pero a pesar de eso han mejorado susceptiblemente el precio. Y las variedades de recolección media y tardía, como las del grupo navel, han presentado y presentan en bastantes casos fisiopatías como la clareta y el rajado de frutos, lamenta este especialista en cítricos.

A pesar de estos problemas, los agricultores están contentos, pues los precios que se han alcanzado este año son más acordes a los gastos que genera la cosecha. «Los cítricos se están pagando bien esta campaña, pero aún estamos en precios de hace 30 años». Vallés aclara que eso no quiere decir que ganen dinero: «Simplemente, no pierden en muchos casos». Pero los pequeños productores están cansados de esta película. «Muchos se están planteando abandonar. Algunos trabajan en otros sectores, pero valoran el trabajo que tuvieron sus padres y mantienen los bancales heredados en producción por respeto a sus orígenes. Y está dejando de compensarles cambiar el dinero».

Vallés explica que el sector citrícola está sufriendo una metamorfosis cada vez más patente: «Frente a muchos pequeños agricultores valencianos que cultivan entre 5 y 20 hanegadas hay empresas en España que lo hacen en terrenos de entre 2.000 y 3.000 hanegadas, y algunos casos mucho más. Esas sí que ganan dinero». Aunque sus costes sean menores y por tanto el margen de beneficio mayor, el secreto está en que pueden invertir dinero en pagar las patentes que se cobran por plantar tango, orri o nadorcott entre otras, variedades protegidas de mandarinas tardías, que se adaptan mucho mejor a la cadena agroalimentaria: tienen muy buena postrecolección en comparación con otras variedades, resisten muy bien en los lineales de los supermercados, tienen fácil pelado y son sabrosas, y eso se valora. «Pero el problema es el precio de adquisición de los derechos, en el caso de encontrarse, es decir, la alta inversión inicial», indica Vallés.