12/03/2018

[Campaña Cítricos] «Si no llueve pronto en la Vega Baja, la primavera y el verano pueden ser dramáticos», Miguel Ángel Carrillo

Miguel Ángel Carrillo trabaja a caballo entre el sur de Alicante (comarca de la Vega Baja) y el norte de la provincia de Murcia (comarcas del Campo de Cartagena y la Vega Media). Un área sometida a un microclima idóneo para el cultivo del limón. Es, junto con la provincia de Málaga, una de las dos zonas de España que concentran la mayor parte de los cultivos de este cítrico. Esto es debido a los inviernos suaves, ya que el limón es una fruta que se echa a perder con heladas invernales de solo dos grados bajo cero.

«En líneas generales, en la presente campaña los precios van bastante bien, un poco mejor que otros años, consecuencia de una menor producción y una campaña muy marcada por la sequía. La situación comienza a ser muy preocupante. Ni el Segura ni el trasvase del Tajo tienen agua, por lo que los agricultores no tienen acceso a esta materia prima capital para su negocio. Llevo veinte años trabajando y recuerdo tres grandes sequías, entre ellas la que nos azota ahora», lamenta Carrillo.

Hablamos de un área con una pluviometría media menor que en el resto de España, a lo que se une la escasez en la cabecera del Tajo. «Los agricultores se están centrando en sacar agua de los pozos, cuya salinidad es alta, circunstancia que limita el cultivo. Confían en que lloverá pronto, porque si no, la primavera y el verano pueden ser dramáticos», alerta Carrillo. En esta zona, la pluviometría media es la más baja de España. Y solo existe el pantano de La Pedrera, que es el embalse regulador del Tajo Segura, porque la orografía no se presta a la creación de embalses.

En cuanto al volumen de producción, Carrillo señala que en comparación con la campaña del año pasado, «la naranja y la mandarina han sufrido una merma de entre un 25 y 30%». Algo diferente ocurre con el limón: «El limón fino, que se recolecta entre octubre y marzo, aparentemente no ha sufrido merma, ya que en el árbol hay tanta fruta o más que el año pasado. Pero debido a la sequía, el calibre es bajo y por ahí sí que existe merma, de entre el diez y el quince por ciento». Si persiste el problema de la sequía la merma puede llegar al 30%, y en la otra variedad, la Verna, puede incluso superar ese porcentaje». Si hablamos de calidad, Carrillo la define como «buena, aunque hay frutos que presentan clareta y rajado porque no han tenido un crecimiento lineal en el tiempo, lo que impide su comercialización como fruta de primera».

Si hay que definir el ánimo del sector, Carrillo habla de «Positivismo por los precios y preocupación por la sequía. En enero se riega poco, pero en marzo y abril hay que regar más, y los productores ven que no hay agua disponible en el embalse y están preocupados. La gente se está desmoralizando: el agua de pozo está limitada en calidad y cantidad y los cítricos son muy sensibles a las sales, sobre todo al boro, cuya presencia lleva aparejadas diferentes fitotoxicidades».

La sequía está llevando a algunos propietarios incluso a sacrificar algunas plantaciones: «Se trata de parcelas con árboles viejos, y sus propietarios aprovechan la falta de riego para arrancar la plantación, labrar la tierra y dejarla “descansar” hasta que haya agua disponible. También hay quien iba a plantar cítricos y no lo va a hacer. Y eso también afecta a los viveros, que van a ver cómo se anulan muchos pedidos. Podríamos hablar de sensación agridulce: por un lado, la campaña va bien, los precios medios son aceptables para agricultor. Las dos últimas campañas de limón han sido buenas, impulsadas por un incremento de la demanda a nivel mundial. Y por otro, la sombra, ya demasiado alargada, de la sequía», concluye Carrillo.