IB16/02/2024

Carme Garau, la ingeniera agrónoma que hace arqueología vitivinícola en Baleares

No es fácil encontrar casos en los que la arqueología y la agronomía van de la mano. Por eso es tan especial la historia que os vamos a contar. Una historia que comenzó hace 20 años de la mano de dos reputados ingenieros agrónomos de les Illes Balears: Joan Rallo y Toni Martorell, que desde la administración pública promovieron la creación de un banco de germoplasma que recogiera variedades antiguas de viñas autóctonas y las pusiera a disposición de los viticultores para crear vinos históricos.

Con Rallo y Martorell empezó a colaborar la ingeniera agrónoma y colegiada del COIAL, Carme Garau, que en 2008 se convirtió en la máxima responsable de un proyecto que le ha dado muchas alegrías en los últimos años. Garau es ahora jefa de Producción Vegetal del Institut de Recerca i Formació Agroalimentària i Pesquera de les Illes Balears (IRFAP). Y hemos sabido del trabajo de su equipo gracias a la publicación del libro Els noms de les varietats de raïm a les Illes Balears. Recull de mencions publicades entre el 1787 i el 2017. Un libro que obedece a una estrategia de recuperación de variedades que se han cultivado en les Illes Balears en los dos últimos siglos y medio.

“Recuperar variedades autóctonas que se dejaron de cultivar”

“La idea surgió con un doble objetivo: por una parte, poder demostrar que las variedades de las que solicitamos su autorización, son variedades ancestrales y vinculadas a nuestro origen, rescatadas de nuestro entorno vitícola para ponerlas a disposición de los viticultores para que pudieran producirlas; y por otra, indagar en la historia de cada una de ellas para ofrecer a las bodegas la posibilidad de acompañar de un storytelling potente a los vinos”, arranca Carme.

Los técnicos han abordado un trabajo de arqueología para localizar viñas antiguas y conseguir así el material biológico para hacer posible la recuperación de la variedad. Estas prospecciones de campo han ido acompañadas de una investigación bibliográfica para localizar referencias a los nombres de las variedades, de la mano del historiador Antoni Puig. Un proceso con un trasfondo romántico pero que exige paciencia, perseverancia y mucho trabajo.

“El proceso para recuperar una variedad puede prolongarse durante diez años y depende de una competencia estatal”, enfatiza Garau. “Es el Ministerio de Agricultura el organismo que autoriza el cultivo de una variedad, y si no está autorizada no se puede plantar para comercializar, solo de manera experimental. Trabajamos principalmente en la descripción agronómica de estas variedades, así como en la evaluación de su aptitud enológica, pero también en la descripción histórica, pues hay que documentar y demostrar que se trata de una variedad antigua”.

“Dar apoyo al sector con estrategias comerciales”

Según la jefa de Producción Vegetal del IRFAP, “la idea es dar apoyo al sector de cara a las estrategias comerciales. Los vinos de las variedades mallorquinas son muy diferentes a los peninsulares, y además tienen mucha calidad. Y conocer su historia permite a los bodegueros construir un relato muy potente. Si sumas la diferenciación y el relato, puedes contar un bonito cuento a tus clientes. Y además, como cada bodega cultiva diferentes variedades, puede narrar su propio cuento”.

Actualmente, el banco de germoplasma del IRFAP dispone de 40 variedades diferentes. “De esas 40, 8 están autorizadas y en 5 estamos trabajando en el proceso de autorización; y de algunas otras no se van a autorizar por diferentes motivos”, detalla Garau. “En el libro hay muchas más, hasta 123, porque hemos recopilado muchos más nombres de los que hemos conseguido prospectar en campo. Este desfase también se explica porque en muchos pueblos se conocía la misma variedad con diferentes nombres”, matiza.

Sin duda, se trata de un proyecto que destaca por su singularidad: “Somos la envidia de muchas comunidades autónomas”, afirma Carme Garau. “Todo el mundo quiere recuperar variedades, es la nueva tendencia. Lo cierto es que hemos conseguido un patrimonio fitogenético excepcional, una riqueza que, para mí, eleva a la categoría de la lírica la producción de vino”. Quizás por eso, esta ingeniera agrónoma confiesa que cuando el proceso de 10 largos años para cada variedad termina, “siento una alegría inmensa si conseguimos la autorización, y lloro amargamente si nos la deniegan”.

Consulta el libro Els noms de les varietats de raïm a les Illes Balears. Recull de mencions publicades entre el 1787 i el 2017. Recerca_historica_varietats_vinya