“Desde el sector de bioestimulantes y nutrientes hemos llevado a la agricultura a un nivel superior”
Milagro Company es una ingeniera agrónoma que ha conseguido casar sus interesas profesionales y personales a través de la formación y del trabajo duro. Primero, al decidir estudiar ingeniería agronómica tras obtener la titulación de ingeniero técnico agrícola. Después, tras siete años como perito judicial de cultivos, decidió tomarse un año sabático en Nueva Zelanda para perfeccionar su inglés y lo vio claro: le encantaba conocer culturas diferentes y personas de procedencias e ideologías muy dispares. Buscaba un trabajo en el que fuera obligatorio viajar y lo encontró en el sector de los agronutrientes y bioestimulantes. Actualizó sus conocimientos a través del programa de formación creado por AEFA y el COIAL y hoy trabaja como Export Área Manager Asian and Central America Region en Plymag.
¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?
Creo que la sociedad en general desconoce el papel real del ingeniero agrónomo. Según la RAE, agrónomo es el profesional de la agronomía. Y la agronomía, a su vez, la define la RAE como el estudio científico y técnico del cultivo de la tierra. Pues es así como nos perciben, como profesionales de la agricultura, lo cual es muy cierto y nos sentimos muy orgullosos, pero la realidad es que, en los últimos decenios, el ingeniero agrónomo ha generado una transformación social, lo cual le ha abierto un abanico de posibilidades profesionales mucho más amplio. Mi sensación es que no lo hemos sabido transmitir a la sociedad.
Dentro de mi área de actividad, sector bioestimulantes y nutrientes, creo que hemos llevado a la agricultura a un nivel superior
¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?
La profesión de ingeniero agrónomo es muy antigua, data del 1855. Uno de los factores clave en la evolución y éxito de nuestra profesión ha sido el ser dinámicos y adaptarnos a las necesidades cambiantes de la sociedad a lo largo de todo este tiempo. Otro factor de éxito, el cual considero que es consecuencia del anterior, es la amplitud de las competencias profesionales del ingeniero agrónomo en sectores clave para la humanidad como son la alimentación y el medio ambiente. Además, hemos sido capaces de buscar sinergias con aquellas profesiones que suman valor a nuestros proyectos creando equipos multidisciplinares muy potentes.
¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?
El trabajo bien hecho y el esfuerzo nos han abierto paso dentro de parcelas que no se apreciaban para nosotros, por lo que cada uno, en su área de actuación, ha tenido que demostrar profesionalidad y aptitudes superiores para ganarse la confianza de los ciudadanos. Todo esto ha estado impulsado por organismos como el COIAL, que se ha encargado de posicionarnos, avalarnos y defendernos como una ‘marca de confianza’ y como colectivo.
El ingeniero agrónomo ha generado una transformación social, lo cual le ha abierto un abanico de posibilidades profesionales mucho más amplio
¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?
Dentro de mi área de actividad, sector bioestimulantes y nutrientes, creo que hemos llevado a la agricultura a un nivel superior; es decir, se ha estado y se está en continua investigación e innovación para aportar productos que estimulen los procesos de nutrición y desarrollo de las plantas con el objetivo de mejorar aspectos como la eficiencia en los cultivos, la tolerancia al estrés abiótico y biótico y la calidad de las cosechas con mayor productividad, todo esto con el reto de hacerlo de forma respetuosa con el medio ambiente.
Te sacaste el título de ingeniera técnica agrícola y empezaste a ejercer, pero decidiste completar tus estudios y acabar ingeniería agronómica. ¿Lo tenías previsto así desde el principio?
Honestamente, no lo tenía previsto pues en aquella época, y no es que yo sea muy mayor, pero no teníamos la información que se tiene actualmente sobres las carreras y las potenciales salidas profesionales y ya fue dentro de la ingeniería técnica que tuve la inquietud de pasar a la ingeniería superior porque abarcaba muchas más posibilidades y competencias. De hecho, me especialicé en la rama de economía. Me pareció un binomio muy interesante unir los conocimientos técnicos con los económicos, pues todo negocio es sostenible en el tiempo si hay una buena gestión económica.
Lo que más me llama la atención es que los ingenieros agrónomos cada vez más dejan de ocupar los puestos de trabajo más técnicos para ocupar puestos directivos y de gestión dentro de las empresas
Empezaste a trabajar como perito judicial de valoraciones agrarias para la Generalitat Valenciana. ¿Cómo valoras esa experiencia?
Esa experiencia forma parte de mi carrera profesional y sin ella no sería quien soy hoy, y no podría ejercer de la misma forma el trabajo que desempeño en este momento. Las valoraciones agrarias me aportaron tener orden de magnitud económica en el sentido más amplio, además de metodología, procedimiento y saber defender todo esto ante una corte, que con 22 años y recién salida del horno, ya digo yo que impone. Con esto último creo que desarrollé la habilidad de saber enfrentarme a cualquier reto, aunque el entorno imponga mucho respeto. No todo se estudia en la carrera.
Después diste un salto muy grande y empezaste a trabajar en comercio internacional. ¿Por qué?
Me considero una apasionada por los negocios, el viajar, las diversas culturas y las relaciones personales, por lo que estaba claro lo que tenía que conseguir, hacer de mi pasión mi trabajo. Ahora, ya inmersa en este mundo, pienso que las empresas españolas agroalimentarias tienen oportunidades casi infinitas de abrirse camino en el universo de la internacionalización y exportación y no hay que tener miedo a salir. Obviamente, hay que ser realistas y conocerse muy bien internamente para saber si estamos o no preparados como empresa para dar este salto al comercio internacional, el cual es fascinante pero no es un camino de rosas.
Dentro de la ingeniería técnica que tuve la inquietud de pasar a la ingeniería superior porque abarcaba muchas más posibilidades y competencias
¿Cómo pudiste prepárate para dar ese salto?
Quizá suena a tópico, pero lo primero fue tomar la decisión de salir de la zona de confort después de siete años ejerciendo como perito judicial y empezar de cero sin miedo a enfrentarme a cosas desconocidas en aquel momento para mí. Después decidí tomarme un año sabático y marcharme a Nueva Zelanda a perfeccionar el inglés, y esto me dio la oportunidad de conocer mundo e interactuar con personas de todo tipo de culturas y pensamientos o ideologías muy dispares. A partir de aquí, creo que perdí totalmente el miedo a salir sola a cualquier parte del mundo y abrí la mente viendo las oportunidades de negocio que hay fuera de España. Con todos estos ingredientes, ya solo quedaba buscar un trabajo que me permitiera continuar viajando y que estuviera relacionado con mi educación técnica y económica.
Estás en el sector de bioestimulantes y agronutrientes. ¿Cuáles son las exigencias de tu puesto?
Al estar en el departamento de comercio internacional, la primera exigencia, aunque es personal, diría que es el tiempo y la disponibilidad para viajar, si bien es cierto que hay un antes y un después a raíz del COVID. Ahora es más fácil llevar un seguimiento a pesar de estar lejos mediante videoconferencias, pero soy de la opinión de que si no estás no existes: hay que viajar, las videoconferencias no pueden suplir al 100% todo lo que aporta la presencialidad para hacer negocios y entender el mercado al que te diriges e intentas incursionar.
Las empresas españolas agroalimentarias tienen oportunidades casi infinitas de abrirse camino en el universo de la internacionalización y exportación y no hay que tener miedo a salir
El ingeniero agrónomo comercial es un perfil que el mercado demanda cada vez más. ¿Crees que esta tendencia irá al alza?
El ingeniero agrónomo comercial no es un vendedor al uso, tiene la capacidad de unir los conocimientos técnicos con el arte de vender desde una perspectiva estratégica y de análisis, y el sector de bioestimulantes y agronutrientes ofrece soluciones a la coyuntura de la agricultura actual, por lo que es un sector en crecimiento porque hay necesidad. Por lo tanto, con estas dos premisas, sí creo que esta tendencia irá al alza. Añadiría que es una profesión que no podrá ser sustituida por máquinas e inteligencia artificial en su totalidad ya que, cuando todos lleguemos a ofrecer productos de calidad que solucionen las necesidades a precio competitivo, lo único que marcará la diferencia serán las relaciones personales.
¿Cómo definiría la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?
Sería el resumen de lo que hemos venido hablando, siendo una profesión muy antigua que se vinculaba expresamente a funcionarios públicos y a los profesionales del campo, con el tiempo hemos sido capaces de evolucionar en paralelo a la sociedad y adaptarnos a las nuevas necesidades y demandas. Por ejemplo, hasta donde yo me puedo remontar, pasó de tener especial relevancia el ingeniero agrónomo dedicado al sector de la construcción a cobrar protagonismo el ingeniero agrónomo de la industria alimentaria tras la crisis del 2008. Y actualmente, lo que más me llama la atención es que los ingenieros agrónomos cada vez más dejan de ocupar los puestos de trabajo más técnicos para ocupar puestos directivos y de gestión dentro de las empresas.
El ingeniero agrónomo comercial no es un vendedor al uso, tiene la capacidad de unir los conocimientos técnicos con el arte de vender desde una perspectiva estratégica y de análisis
¿Qué amenazas acechan a la profesión?
En el ámbito internacional, los conflictos políticos cobran especial relevancia. Recordemos el conflicto con Argelia, que ha paralizado la comercialización desde España de todo tipo de productos, con las consiguientes pérdidas para las empresas españolas que esto supone.
Otra amenaza que no puedo dejar de nombrar es el cambio climático, con la desertificación, las inundaciones, las sequías y la pérdida de cosechas. Todo esto ya está sobre la mesa y cuando afecta de forma virulenta, el consumo de productos bioestimulantes baja, no hay cosecha, no hay aplicaciones.
¿A qué retos nos enfrentamos?
Uno de los principales retos es la unión de la agricultura y la tecnología, lo que se llama AGTECH. La inteligencia artificial en la agricultura es un campo tremendamente prometedor con seguramente una importante repercusión en todo el mundo. Quizá no esté tan lejos que los campos se supervisen desde la realidad virtual. No obstante, y desde mi parte más filantrópica, para mí el principal reto será el ser capaces de suministrar a toda la población mundial, que está en crecimiento, alimentos suficientes, seguros y de calidad y además, que las áreas más desfavorecidas, valga la redundancia, no se vean aún más desfavorecidas en este sentido.
¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?
Para mí, los sectores de futuro para el ingeniero agrónomo son los presentes. Lo que cambiará es la forma de hacer las cosas dentro de estos sectores, y tendremos medios o recursos diferentes para abordarlos. Probablemente, parte de los puestos de trabajo tal cual los conocemos en la actualidad no existan en 10 años, y se crearán otros que todavía no están inventados. Lo que sí que sé que es cierto es que podremos sobrevivir sin coches, sin teles, sin móviles… pero no podremos sobrevivir sin alimentos. No hay nada más que hablar su señoría (haciendo un pequeño guiño a mi primera etapa profesional).