“Disponemos de un potencial de información grandísimo y debemos aprovecharlo”
El trabajo del ingeniero agrónomo Rubén Rocafull ha estado relacionado con el agua desde sus comienzos. Pasó las dos primeras décadas de su carrera profesional vinculado al sector del regadío, en una empresa consultora de ingeniería. Allí se dedicó a la elaboración de estudios, a proyectos de modernización de regadíos y a temas relacionados con al agua en gran parte del Arco Mediterráneo: Comunidad Valenciana, Murcia y Cataluña. También desarrolló proyectos en Extremadura y en las Islas Canarias. Hace poco más de un año, emprendió un nuevo reto: entró en Global Omnium para desarrollar negocio en el sector del regadío. Se encarga del asesoramiento técnico en el mantenimiento, gestión y explotación de comunidades de regantes. También hace valer su experiencia en el estudio de ofertas y la gestión de la herramienta tecnológica que tiene el IDRICA, como parte del grupo Global Omnium, para la gestión de sistemas de regadío.
¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?
Hay bastante desconocimiento sobre qué actividades desarrollamos y de lo que aportan a la sociedad. Todos deberíamos realizar una mayor labor divulgativa para explicar lo que aportamos en términos económicos, tecnológicos y también en sostenibilidad.
¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?
Sin duda, la gran versatilidad. Nuestra formación es multidisciplinar. Disponemos de una base técnica que nos permite adaptarnos fácilmente a diferentes entornos de trabajo con solvencia. Somos capaces de desarrollar multitud de actividades, como por ejemplo la gestión y dirección, investigaciones biotecnológicas, diseño o direcciones de obras, sin olvidar nuestra visón medioambiental.
Sinceramente, creo que falta todavía conciencia del importante valor que tiene el agua en nuestra sociedad. No solo por el motor económico que supone, sino por el elemento de desarrollo que puede tener en determinadas zonas rurales.
¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?
La confianza se gana con resultados. No tengo duda de que esa confianza es fruto de que somos profesionales capaces de resolver aquellos problemas que se nos plantean, con mejoras en la producción, mejoras en la gestión, con procesos o sistemas más sostenibles.
¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?
Evidentemente, mejoras técnicas que han permitido mejoras de producción, uso más eficiente de recursos hídricos y energéticos, sistemas de producción más sostenibles, con mejoras evidentes para los agricultores, ganaderos y para la sociedad en general.
Es necesario reducir el coste energético en muchas zonas regables y la dependencia de las energías convencionales, apostando por la energía renovable.
¿En qué consiste tu trabajo en Global Omnium?
Actualmente estoy en el departamento de Desarrollo de Negocio, aportando mi experiencia en instalaciones de modernización de regadíos, ya que estas instalaciones presentan ciertas singularidades. Además, colaboro con diferentes departamentos, así como en proyectos de innovación y transformación digital. Desde Global Omnium se está apostando fuertemente por la agricultura. Se dispone de una plataforma tecnológica de gestión de infraestructuras de regadío con aplicación de algoritmia y sistema de soporte a la gestión, donde colaboro en las mejoras que se implementan. Paralelamente, colaboro con el Departamento de Sostenibilidad, donde se dispone de metodología y de una herramienta que permite la certificación de la huella hídrica y huella de carbono en comunidades de regantes.
¿Crees que la sociedad es consciente del valor del agua?
Sinceramente, creo que falta todavía conciencia del importante valor que tiene el agua en nuestra sociedad. No solo por el motor económico que supone, sino por el elemento de desarrollo que puede tener en determinadas zonas rurales: se trata de un elemento básico de desarrollo en estas áreas. El agua permite garantizar cosechas y dar estabilidad al agricultor, y por ende fijar población. Algo fundamental para el desarrollo de toda sociedad.
Actualmente, en la Comunidad Valenciana, la superficie regable ya modernizada se sitúa por encima del 70%.
¿Cuáles crees que son las actuaciones más urgentes para mejorar las infraestructuras hídricas?
Aquellas que permitan mejorar la eficiencia hídrica y mejorar la garantía del recurso, además de dotar de las herramientas que permitan la medición de dicho rendimiento. Debemos tener el control sobre cada uno de los consumidores. Aquello que no se mide no se puede mejorar. Actualmente, se disponen de los medios para monitorizar dichos consumos y establecer balances hídricos para conocer el agua no registrada y mejorar la eficiencia hídrica de la instalación. Además, es necesario reducir el coste energético en muchas zonas regables y la dependencia de las energías convencionales, apostando por la energía renovable. Y por supuesto, infraestructuras que permitan reutilizar toda el agua regenerada disponible.
Has trabajado con comunidades de regantes de todo el Arco Mediterráneo. ¿Ha avanzado mucho la modernización de regadíos en la Comunidad Valenciana? ¿Más que en otras comunidades autónomas?
La Comunidad Valenciana apostó hace años por la modernización de sus regadíos, con una apuesta fuerte en los años 2004 a 2008, fruto de planes de actuación estatales y autonómicos. Tras estos llegó un periodo de parón de actuaciones de modernización, hasta aproximadamente los años 2014-2015, cuando aumentó el ritmo de nuevo. Actualmente, en la Comunidad Valenciana, la superficie regable ya modernizada se sitúa ya por encima del 70%.
En comunidades autónomas con poca disponibilidad de recursos hídricos se ha apostado más fuertemente en la modernización de regadíos, superándonos en porcentaje de superficie regable modernizada, y en zonas con mayores disponibilidad de recursos, llevan un porcentaje de desarrollo de regadíos modernizados menor.
Es el momento de empezar a revisar aquellas instalaciones que se modernizaron hace 25 o 30 años. Las condiciones de contorno que sirvieron para su diseño han cambiado.
¿Qué tareas quedan pendientes en este ámbito?
Ahora es el momento de empezar a revisar aquellas instalaciones que se modernizaron hace 25 o 30 años. Las condiciones de contorno que sirvieron para su diseño han cambiado, y es buen momento para analizar su situación y ejecutar actuaciones de mejora, tanto hídrica como energética, focalizando además la digitalización de las mismas. Ahora mismo se dispone de tecnología que permite la monitorización de los parámetros de funcionamiento de las instalaciones, lo que implica sistemas de apoyo a la decisión.
¿Qué tecnologías de futuro se vislumbran que nos pueden ayudar a aprovechar mejor los recursos hídricos?
Evidentemente, la digitalización es una de ellas. Debemos aprovechar la tecnología disponible actualmente, que nos permite monitorizar el funcionamiento de la instalación. Saber qué está sucediendo y, por tanto, ser capaces de tomar las decisiones en base a lo que está ocurriendo en la misma y lo que es también importante, hacerlo en base a la predicción de lo que va a ocurrir, con ayuda de los históricos y de la información disponible, como puedan ser sondas de nivel, información meteorológica, imágenes satelitales, etc.
¿Cómo definirías la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?
El salto tecnológico y de conocimiento es brutal. Disponemos de herramientas que nos permiten conocer qué está pasando en la instalación en todo momento. Herramientas que nos permiten modelizar la misma en diferentes escenarios y tomar las decisiones con multitud de variables analizadas. Disponemos de un potencial de información grandísimo y debemos aprovecharlo; eso sí, sabiendo navegar entre tanta información sin perder el norte.
El salto tecnológico y de conocimiento es brutal. Disponemos de herramientas que nos permiten conocer qué está pasando en la instalación en todo momento.
¿Qué amenazas acechan a la profesión?
Debemos ser capaces de defender nuestro hábitat profesional. La actividad agrícola está cada vez más demonizada cuando es todo lo contrario, pues se trata de una actividad económica básica. Nos permite reducir la dependencia de terceros países en lo que alimentación se refiere. Lo vivimos en la pandemia, y ahora con la guerra de Ucrania. Mantiene el paisaje y el medioambiente, que es un sumidero de CO2, un sumidero de cercanía que debemos preservar y potenciar.
¿A qué retos nos enfrentamos?
Debemos ser capaces de desarrollar sistemas productivos e instalaciones más eficientes, pero siendo conscientes de que estos deben ser sostenibles. Sin eficiencia en el uso de los recursos y sin sostenibilidad, no será viable la actividad.
Debemos ser capaces de defender nuestro hábitat profesional. La actividad agrícola está cada vez más demonizada.
¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?
Aquellos que nos permitan mejorar la eficiencia en la gestión de los recursos hídricos y energéticos, así como garantizar la sostenibilidad medioambiental de la actividad agrícola. Sin duda, somos capaces de adaptarnos a los cambios que se están produciendo, cada vez a mayor velocidad, en un mundo más global.