El azufre elemental para alcanzar el 100% de capacidad de rendimiento
Desde hace años, diversos estudios confirman el empobrecimiento progresivo de los niveles de azufre en el suelo agrícola, lo que afecta en gran medida a su capacidad de productividad y rendimiento natural.
Para subsanar esta deficiencia resulta cada vez más necesario proceder a la aplicación de un aporte extra de azufre a la tierra de cultivo, preferentemente mediante azufre elemental.
Compartimos estas reflexiones, de nuestro partner AFEPASA; aportación de soluciones a base de azufre elemental para la mejora natural del rendimiento y productividad de tus cultivos.
Desde hace varios años, en el desarrollo de la actividad agrícola se está percibiendo, de forma cada vez más visible, un paulatino empobrecimiento de la capacidad del suelo para aportar a los cultivos los nutrientes esenciales que requieren para favorecer su germinación, crecimiento y desarrollo óptimo.
Así, entre las diferentes razones que pueden servirnos para explicar esta tendencia a un descenso más o menos acusado del potencial efectivo de la tierra de cultivo para influir positivamente en la productividad de las cosechas, destaca el hecho de que los suelos agrícolas en el conjunto de la Unión Europea, y especialmente en nuestro territorio, están experimentando considerable reducción en sus niveles de azufre, como consecuencia de su sobreexplotación y de la no aplicación de fertilizantes que contengan en su composición este macronutriente, bajo el convencimiento de que ya se encuentra de forma natural, y en suficiente concentración, en el terreno.
Por tanto, cada vez resulta necesario corregir este empobrecimiento progresivo de los niveles de azufre en el suelo agrícola a través de la aplicación de un aporte extra de este macronutriente esencial, como fertilizante a partir de diferentes formulaciones, ya sea como azufre elemental o bien mediante su aplicación como sulfato.
Tomando como referencia ambas alternativas, sí que resulta conveniente aclarar que la principal ventaja del azufre elemental con respecto al azufre en forma de sulfatos reside en el lento paso del azufre a sulfato de azufre, por la acción natural de las tiobacterias del suelo, que favorecen que esta sustancia permanezca a disposición de las plantas durante más tiempo y que no se vea afectada por su proceso de lixiviación, a causa de las lluvias o de la aplicación de riego agrícola, como sí ocurre en el caso de los sulfatos.
En este sentido, el azufre elemental pasa por ser, precisamente, la mejor vía de aplicación de sulfatos al suelo agrícola, dado que, al transformarse de forma natural y gradual en este compuesto químico, contribuye activamente a que la planta pueda absorber los nutrientes directamente de la superficie de cultivo conforme a sus necesidades, y sin que estos se vean afectados por una degradación excesivamente acelerada a causa de las condiciones del entorno.
Esta aportación gradual de sulfatos al suelo favorece la formación de aminoácidos esenciales para el crecimiento óptimo de los cultivos, como la cisteína y la metionina, que contribuyen a incrementar el nivel de clorofila de las hojas y forman parte de los metabolitos secundarios que condicionan el olor y sabor de diversas especies vegetales.
Además, la aplicación de azufre elemental también destaca por su capacidad para reducir su alcalinidad (o pH), equilibrar su conductividad e incrementar la microbiota, incrementando así la recuperación de la materia orgánica presente en la superficie de cultivo.
Asimismo, la aplicación de azufre elemental como fertilizante permite una absorción por parte de las plantas igual o superior a la del Fósforo, en una cantidad que oscila entre los 14 y 50 kg de azufre por hectárea, en función de la superficie cultivada, permitiendo a su vez desbloquear la presencia en el suelo agrícola de este macronutriente.
Y no solo eso, ya que, al ser aplicado en la tierra de cultivo, el azufre cumple una función adicional de gran importancia para contribuir a recuperar el papel de suelo agrícola en la mejora natural del rendimiento de los cultivos, reduciendo la necesidad de aplicación de otros macronutrientes esenciales, y muy especialmente en el caso del Nitrógeno.
Tomando como referencia la Ley de Mínimo de Liebig, el crecimiento de las plantas está limitado por el nutriente esencial que presenta una concentración más baja, por lo que, por cada kilo de deficiencia de azufre que presenta un cultivo agrícola, las plantas dejarán de asimilar quince unidades de Nitrógeno.
En consecuencia, si no se corrige correctamente la necesidad de azufre de los cultivos y el suelo agrícola, estaremos obligados a aplicar quince veces más nitrógeno, incrementando el riesgo de generar un efecto adverso en la calidad del suelo.