El kilómetro 0 gana terreno en España
Nuestro partner SIGFITO nos acerca en este artículo una reflexión de cómo la sociedad es cada vez más exigente y consciente con lo que consumimos; pero sustentada bajo los pilares de profesionales como los ingenieros agrónomos, que lo que hacen es velar y garantizar que la agricultura y ganadería cumplen con la seguridad alimentaria y con la trazabilidad y garantías adecuadas.
Una mayor conciencia ambiental y una preocupación creciente por llevar una alimentación saludable ha hecho que la sociedad prefiera comprar alimentos de proximidad. Estos productos, también llamados de kilómetro 0 o locales, son aquellos que se cultivan cerca de donde se van a consumir.
Según un sondeo realizado por Kantar Worldpanel el 77% de los consumidores prefiere adquirir productos locales frente a otros, incluidos los ecológicos. Esta corriente también ha llegado al sector de la restauración donde cada vez más restaurantes apuestan por incluir alimentos de kilómetro cero en sus platos, tal y como afirma la Fundación de Restaurantes Sostenibles, que reúne alrededor de 900 establecimientos con prácticas responsables con el medio ambiente y la sociedad.
Alimentos que favorecen el triple balance: económico, social y ambiental
Los productos de proximidad incentivan la economía local y suponen un mayor beneficio para los pequeños productores, que al realizarse la venta directamente al consumidor o a través de contados intermediarios, ganan protagonismo en el mercado.
A nivel ambiental, no necesitan ser transportados durante largos recorridos, por lo que las emisiones de CO2 generadas en el transporte, son menores que aquellos que viajan miles de kilómetros. Además, no suelen utilizar tantos embalajes de un solo uso para proteger los alimentos, lo que ayuda a reducir estos residuos.
El consumo de alimentos locales estimula la compra de los conocidos “alimentos de temporada”, que son aquellos que se adquieren en el momento de cultivo, acción que también tiene un impacto menor en el planeta.
La agricultura y ganadería de cercanía ofrecen productos frescos, con una trazabilidad sencilla de seguir y con todas las garantías de calidad españolas (seguridad alimentaria, cumplimiento de los derechos laborales, etc.) a una sociedad que es cada vez más exigente y consciente.
La problemática: no existe un criterio único
La alimentación ecológica cuenta con una regulación clara y con etiquetas a nivel europeo y nacional, que definen los parámetros que deben cumplir los productos para ser considerados ecológicos.
Sin embargo, los productos bio no siempre son la opción más sostenible. Por ejemplo, la compra de aguacates ecológicos procedentes de Perú o Kenia tiene un impacto ambiental mayor que los cultivados en Andalucía, aunque estos no sean “eco”.
En el caso de los alimentos de proximidad, es difícil establecer límites. Al no haber una regulación o etiqueta europea ni nacional, cada persona o entidad atribuye su propio criterio a lo que significa “de kilómetro cero”, ¿son productos nacionales? ¿regionales? ¿de la provincia?
La información y la transparencia son clave para cambiar los hábitos de consumo. Por ello, los productores y entidades pertinentes deben proporcionar la mayor cantidad de datos en relación a sus productos. Con una preocupación climática cada vez más acentuada, la tendencia hacia la proximidad aumenta, lo cual resulta muy positivo para los agricultores y ganaderos españoles.