«Se está reconociendo y visibilizando nuestra labor en la industria y en los puestos de trabajo asociados a la mejora medioambiental y la sostenibilidad»
Andrés Pascual Vidal cumple su primer año como director de Innovación de AINIA, el centro tecnológico donde comenzó a prestar servicios en diciembre de 1996 y donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Su paso por diferentes departamentos de AINIA le ha dado la oportunidad de conocer diferentes aspectos sobre nuestra profesión y trabajar en sectores muy vinculados al medio ambiente, la bioenergía o la higiene industrial. La conversación con Andrés nos permite hacer un exhaustivo recorrido por los retos, las oportunidades y el futuro de nuestra profesión.
¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?
La sociedad nos percibe como una profesión necesaria que aporta valor a la economía productiva y en consecuencia, tiene una opinión positiva y respeto por nuestro trabajo. Muchos mantienen el estereotipo de que los ingenieros agrónomos nos centramos exclusivamente en las actividades agrícolas, pero en los últimos años este estereotipo ha evolucionado y se está reconociendo y visibilizando nuestra labor en la industria y en los puestos de trabajo asociados a la mejora medioambiental y la sostenibilidad, entre otros.
Creo que nuestra profesión ha pasado a tener un papel central en la sociedad actual por la importancia que la alimentación ha adquirido más allá de su función básica a nivel nutricional
¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?
En mi opinión, la clave principal es la versatilidad. Los ingenieros agrónomos contamos con una formación de base muy diversa que nos permite adaptarnos a múltiples puestos de trabajo. De mi promoción, recuerdo a pocos compañeros que desempeñen su profesión en puestos similares. Tengo colegas que están dirigiendo empresas de digitalización agraria, son enólogos, trabajan como técnicos o gerentes en empresas de valorización de residuos y tratamiento de aguas, ocupan puestos en innovación de empresas especializadas en biotecnología, se han dedicado a la docencia en centros de educación secundaria o en la universidad, u ocupan puestos destacados en la administración, por citar algunos.
¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?
Muchos agrónomos, si no la mayoría, lo somos por vocación. Nos gusta el trabajo que hacemos y eso genera confianza en nuestro entorno.
Estamos contribuyendo a preservar la calidad de los suelos, a hacer un uso razonable de fertilizantes y pesticidas, a mejorar la eficiencia en el uso del agua, a valorizar residuos agrícolas o industriales o a introducir las energías renovables en la producción de alimentos, entre otras muchas cosas
¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?
Creo que hemos jugado un papel clave en la modernización del sector agroalimentario. Esto significa haber ayudado a uno de los sectores productivos que más puestos de trabajo mantiene activos en nuestro país y que cuenta con un mayor arraigo en el territorio. Los agrónomos hemos contribuido de manera muy destacada a que los alimentos que hoy consumimos en España o se exportan a otros países sean producidos de manera eficiente, sean seguros y cuenten con una calidad altísima al máximo nivel internacional.
¿Qué estamos aportando los ingenieros agrónomos a la sostenibilidad del sistema alimentario?
Estamos contribuyendo a preservar la calidad de los suelos, a hacer un uso razonable de fertilizantes y pesticidas, a mejorar la eficiencia en el uso del agua, valorizar residuos agrícolas o industriales, introducir las energías renovables en la producción de alimentos, entre otras muchas cosas. Es un trabajo importantísimo ya que el sistema alimentario es un gran consumidor de recursos naturales y produce impactos negativos sobre el medio ambiente. Teniendo presente la mayor demanda de alimentos asociada a los cambios demográficos esperados a nivel global en el horizonte del 2050 con una población mundial que crecerá un 25% hasta los 9.000 millones, la necesidad de producir alimentos de manera sostenible va a ser no una opción sino una obligación. De hecho, el pacto verde europeo o Green Deal ha puesto uno de sus focos principales en los sistemas alimentarios con su política “farm to fork” y lleva asociados importantes objetivos a alcanzar, y ahí los agrónomos tenemos mucho que decir.
Los sistemas alimentarios pierden o desperdician un tercio de los alimentos que se producen con la intención de que sean consumidos por las personas. Es un grave problema económico, ambiental y ético que nuestra sociedad debe resolver
¿Qué papel hemos de jugar en la alimentación del futuro?
Los agrónomos tenemos que liderar la producción saludable y sostenible de alimentos. Hay un campo de trabajo muy interesante en la producción sostenible de alimentos locales para alimentar las ciudades del futuro. Nuestro saber hacer va a resultar fundamental en la mejora o impulso a nuevas variedades de plantas para cubrir la demanda de productos de base vegetal alternativos a la carne. También para desarrollar fuentes alternativas como las algas, insectos, lemna, hongos, proteína microbiana, etc. que están llamadas a convertirse en nuevas materias primas alimentarias. Los agrónomos tenemos capacidad para liderar también las nuevas tecnologías que van a cambiar la alimentación, incluyendo la denominada agricultura celular, que está llamando a las puertas como la gran disrupción de los sistemas alimentarios. La carrera tecnológica para producir carne, pescado o leche sin animales no tiene precedentes y tenemos que estar preparados para aportar nuestros conocimientos en producciones en biorreactores y con cadenas de valor muy diferentes a las actuales. Las nuevas tecnologías de producción no van a reemplazar las actividades agrarias actuales, sino a complementarlas y hacer más sostenibles los sistemas alimentarios.
¿Somos la profesión que más tiene que decir en el desarrollo de la economía circular?
Hablar de economía circular es hablar de eficiencia en el uso de recursos y aquí tenemos mucho que hacer ya que los sistemas alimentarios pierden o desperdician un tercio de los alimentos que se producen con la intención de que sean consumidos por las personas. Es un grave problema económico, ambiental y ético que nuestra sociedad debe resolver. Los agrónomos tenemos mucho que decir en la reducción de pérdidas en agricultura de producciones que se quedan en los árboles, las mermas en las cooperativas o centrales hortofrutícolas, en promover el upcycling de subproductos orgánicos de las industrias, en el desarrollo de nuevos modelos de negocio, muchos de ellos digitales, para optimizar el consumo alimentario evitando el desperdicio en hogares, comercios o mercados, o en la fase post-consumo, en evitar la disposición en vertederos de los alimentos no consumidos con reciclaje y valorización vía alimentación animal, compost o biogás, sin olvidar extractos de compuestos de valor añadido o los nuevos bioproductos como biomateriales o químicos bio-basados bajo el paradigma de la bioeconomía circular.
Agricultura regenerativa, nuevas proteínas, plant-based food, agricultura celular, economía circular, bioeconomía, cambio climático, eficiencia energética y energías renovables, alimentos de proximidad, food delivery y food experience son nuestros sectores de futuro
¿Cómo vamos a gestionar los recursos hídricos en un escenario de escasez?
Los cambios en el clima nos deparan escenarios preocupantes respecto a la disponibilidad y calidad de un recurso clave para la producción de alimentos como es el agua. Hay que recordar que el 70% del agua que se extrae globalmente del medio ambiente se destina a la producción de alimentos por lo que sin agua no hay alimentos. Bebemos entre 2 y 5 litros de agua al día pero los alimentos que ingerimos a diario han requerido de entre 3 y 5 mil litros de agua para su producción en lo que se denomina el agua oculta o huella hídrica de los alimentos. Hay que gestionar los recursos hídricos en todos los eslabones de la cadena, en especial los primeros, siguiendo los principios de la economía circular en la que hasta la última gota cuenta. Eficiencia en el uso agrícola e industrial, depuración, regeneración y reutilización de aguas residuales, junto al uso de otras fuentes no convencionales como agua desalada. También deberemos trabajar en reducir la contaminación por nutrientes, pesticidas o microplásticos de nuestros recursos hídricos.
¿Cómo definirías la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?
Creo que nuestra profesión ha pasado a tener un papel central en la sociedad actual por la importancia que la alimentación ha adquirido más allá de su función básica a nivel nutricional. La alimentación ha pasado a describir nuestro estilo de vida, a ser un factor fundamental del cuidado de nuestra la salud, y a poner a prueba nuestros valores respecto al cuidado del medio ambiente. Nuestra profesión ha crecido en paralelo con mucha mayor trascendencia y valor aportado.
Bebemos entre 2 y 5 litros de agua al día pero los alimentos que ingerimos a diario han requerido de entre 3 y 5 mil litros de agua para su producción en lo que se denomina el agua oculta o huella hídrica de los alimentos
¿Qué amenazas acechan a la profesión?
Son las derivadas de la pandemia. Nadie se libra de esta pesadilla que parece no querer alejarse de nuestras vidas.
¿A qué retos nos enfrentamos?
Junto a la transformación verde de los sistemas alimentarios ya comentada, creo que el segundo gran reto es el de la transformación digital. La agricultura de precisión, el paradigma de la industria 4.0 y la interoperabilidad de nuestra cadena de valor. Los agrónomos debemos formarnos en las nuevas tecnologías y estar preparados para seguir aportando valor en la sociedad de la información.
¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?
Agricultura regenerativa, nuevas proteínas, plant-based food, agricultura celular, economía circular, bioeconomía, cambio climático, eficiencia energética y energías renovables, alimentos de proximidad, food delivery y food experience. Hay que estar atentos a todas las innovaciones tecnológicas que nos vienen y a nuevos modelos de negocio donde los agrónomos van a ser protagonistas.