Invernaderos: tecnología a prueba de desastres para garantizar la seguridad alimentaria
Los invernaderos españoles se han visto sometidos a una dura prueba climatológica durante la reciente nevada. A priori, podría parecer que estas infraestructuras, por su tipología, pueden ser menos resistentes que otras instalaciones. Nada más lejos de la realidad. Así lo explican dos responsables de nuestro partner Hermisán, Juan Felipe Muñoz y Fernando Pons, que también nos han hablado de las posibilidades de control del clima en cultivos de interior.
“No ha habido ninguna incidencia reseñable con los productores hortícolas de tomates y pimientos de invernadero, que son muchos de nuestros clientes. La mayoría de producciones están en el sudeste, donde el clima ha sido más benigno en esta ocasión. No ha habido nieves ni lluvias fuertes”, arranca Juan Felipe Muñoz Vizcaíno, director comercial de Hermisan. Pero precisa: “Cuando una empresa diseña la estructura de un invernadero se estudia clima, el drenaje y otras variables para diseñar su estructura. Si la zona presenta condiciones más agresivas, el invernadero incorporará un diseño más resistente. Incluso nos permite conseguir recursos: se estudia el histórico de pluviometría, se dimensiona la recogida de aguas para que el invernadero resista el peso del agua y se almacena. El resultado es utilizamos ese agua sin coste para riego. Es una práctica habitual”.
Tecnología para un control total
Estos episodios climáticos visibilizan el contraste entre las explotaciones al aire libre y los invernaderos. “Para el cultivo en sí, la tecnología nos provee de herramientas para crear un microclima dentro del invernadero cuando en exterior no se dan esas condiciones. La automatización de procesos nos permite controlar apertura y cierre de ventanas, calefactores, humidificadores, pantallas para mantener temperatura, creación y eliminación de CO2”, destaca Muñoz. La tecnología también permite automatizar procesos en remoto de manera sencilla y accesible para cualquiera, simplemente a través de un smartphone. “Podemos monitorizar datos climáticos de fuera para mantener los factores que permiten dentro que el tomate o el pimentón sobrevivan. La tecnología ha hecho que se pueda producir contra estación”, sentencia Muñoz.
El director comercial de Hermisan subraya otra de las utilidades que aportan estos sistemas, la prevención de enfermedades: “A través del riego, el productor va resolviendo carencias de riego o nutrición y se mantiene cultivo en producción. Cuando una estación puede predecir temperatura, humedad y radiación te puede avisar de que es necesario aplicar un tratamiento para prevenir la enfermedad que podría darse. Cada día se toman lecturas de humedades del suelo, y se recogen datos de sondas para comprobar si el riego es óptimo”.
A prueba de nieve
Hemos hablado del sudeste español, que ha sido poco castigado durante este episodio climático. Pero, ¿qué pasa con otras zonas donde sí han recibido grandes nevadas? Nos responde Fernando Pons, responsable delegación en Gandia de Hermisan. “El invernadero no deja de ser una infraestructura, y cuando se calcula hay que someterse a una normativa que es muy exigente de cara a las cubiertas. En las zonas de nieve se proyectan invernaderos que están preparados para nieve”. Pons recuerda que durante este episodio “se han visto mucho más afectados los cultivos al aire libre, porque están mucho más expuestos a todo lo que ha pasado”.
No solo la nieve afecta a los cultivos, sino también las bajas temperaturas. “No hemos tenido nevada en la zona productora de frutas y hortalizas, aunque sí en Aitana y Alcoi. Pero muchos cultivos al aire libre han sufrido bajas temperaturas e incluso heladas. A algunos, como la viña y el olivo, les ha venido bien para que el reposo invernal sea mejor. Pero hay cítricos tardíos que ahora mismo están listos para cosechar, y se ha hecho necesario proteger la planta y la fruta”, advierte Pons. Aunque la tecnología ya ofrece soluciones para poder paliar accidentes climáticos a cielo abierto: “Hay sistemas anti helada que se activan con un valor de temperatura determinado, y que consisten en crear una capa de agua que se hiele y se mantiene hasta que se derrite por sí solo. Cubre la planta y la fruta y es aislante, deja la planta a cero grados. Y aunque en el exterior hace más frío, no se hiela. Esta técnica se está aplicando estos días continuamente”.
Compensar la temperatura exterior
Frente a esta única solución al aire libre, el invernadero ofrece muchas más opciones. “Es tecnología punta. Hay calefactores de aire y también de agua, igual en una casa. Permite tratar el cultivo en función de la fase tecnológica y proporcionarle una temperatura de confort. Si fuera hace diez grados y tu temperatura de confort está entre 10 y 15, solo con la cobertura plástica puede ser suficiente. Pero si fuera hay dos, la temperatura se compensa mediante calefacción. Para eso tenemos estaciones meteorológicas que miden la temperatura fuera y dentro en diferentes puntos, lo que nos permite controlas todos los factores”, concluye Fernando Pons. Estos mismos sistemas facilitan la amortiguación de golpes de calor en verano para evitar que la producción merme o monitorizar valores como la evapo-irrigación, que permite dosificar el riego en función las necesidades para no pecar por exceso ni por defecto, lo que se sustancia en mejores producciones.
Juan Felipe Muñoz nos deja esta reflexión final: “Además del control del clima, la tecnología nos permite alcanzar eficiencia en el cultivo y garantizar la cadena. El productor está obteniendo un Big Data de información que permite tomar decisiones para garantizar la producción cuando antes no se podía. Esto nos permite ofrecer productos de alto valor añadido, como mandarinas, naranjas, limones, aguacate u hortícolas, muy apreciados en el mercado nacional y de exportación”.