“La mayoría de las empresas no sacan rendimiento a una energía térmica totalmente aprovechable”
Hay ingenieros agrónomos que son capaces de exprimir hasta la última gota de energía de un sistema. José Pascual Martí es uno de ellos. Dedicó los primeros años de su carrera profesional a los proyectos, pero una auditoría energética le mostró el camino: debía de haber alguna manera de aprovechar el calor residual que desprenden infinidad de sistemas, que a veces llega al 60%. Prueba de que sí la había es Rank, una empresa cultivada en la UJI que ya ha cumplido trece años y vuela sola. Martí la cofundó junto a dos socios más, ingenieros industriales, y actualmente es su director comercial. Rank fabrica equipos de ciclo orgánico Rankine y bombas de calor de alta temperatura que producen energía eléctrica y calor útil a partir de calor residual. “Trabajo duro con días buenos y malos, pero con toda la esperanza de ayudar al desarrollo de una economía baja en carbono”, reza una frase que Martí ha escrito en su perfil de LinkedIn.
¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?
Creo que hay dos percepciones muy diferentes: los que no nos conocen, que consideran que nos dedicamos sólo a cuestiones agrarias, y los que nos conocen, que saben que somos ingenieros multidisciplinares y que nos desenvolvemos con soltura en multitud de campos de actividad y sobre todo en lo que respecta lo orgánico, a los materiales y procesos de base biológica.
¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?
La flexibilidad. Podemos encontrar ingenieros agrónomos trabajando en campos muy diferentes: calculando estructuras, gestionando cultivos, bodegas o almazaras e involucrados en muchas actividades relacionadas con el medio ambiente.
Puede que la política y los intereses económicos prefieran otras alternativas, pero es de sentido común pensar que la mejor energía es la que no se consume
¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?
En primer lugar, llevando como carta de presentación los estudios de ingeniería, y en segundo, con la participación en áreas emergentes como lo son las de base biológica, como la producción animal y vegetal, el medio ambiente y la seguridad alimentaria, que a todos preocupan y en las que se están haciendo las cosas muy bien.
¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?
La visión de un progreso compatible con el respeto al medio ambiente. Considero que un buen ingeniero agrónomo debe tener una sensibilidad especial con la importancia del mantenimiento del entorno y de las comunidades del mundo rural. Quizás deberíamos ser más reivindicativos en señalar la importancia de la agricultura, la ganadería y todas sus actividades complementarias y anexas para la conservación de la naturaleza y evitar la despoblación.
¿Qué es la revalorización energética, área en la que desarrolla su actividad su empresa Rank?
Básicamente, se trata de sacar un segundo provecho a una energía ya consumida, por ejemplo, en un proceso térmico, en el que acaba lanzándose energía térmica a la atmósfera. Somos capaces de generar, con esta energía residual, energía eléctrica y si es posible, calor útil.
Quizás en un futuro no muy lejano, los agricultores, ganaderos y productores forestales se convertirán en los nuevos “petroleros”
¿Qué sistemas utilizan para conseguir ahorros energéticos?
Desde nuestros inicios en el 2010, hemos trabajado en lo que se denominan Ciclos Orgánicos Rankine, o lo que es lo mismo, ciclos de potencia que, en lugar de utilizar vapor para turbinar, utilizan fluidos orgánicos que permiten generar energía a menores temperaturas. Desde el año 2014 estamos trabajando con bombas de calor de alta temperatura, una tecnología que está despertando muchísimo interés, ya que permite descarbonizar procesos térmicos. Somos capaces de alcanzar temperaturas de 150oC únicamente a partir de una fuente de calor residual o circuito de refrigeración y el consumo de energía eléctrica.
¿Por qué se enfocó a este sector?
Fue una de esas casualidades que aparecen de vez en cuando en la vida. En el año 2007 empezamos a trabajar desde nuestra empresa de ingeniería en la realización de auditorías energéticas, lo que nos hizo darnos cuenta de la cantidad de calor residual que se genera: alrededor del 60% del que se consume, según algunos estudios. A esto se unió que conocíamos a una persona en la universidad que estaba investigando con Ciclos Orgánicos Rankine a nivel teórico y lanzamos el desafío de convertir esta idea en una máquina real.
¿Tiene aún mucho recorrido la revalorización energética en España?
Se está haciendo muy poco. Solo cuando tienes una visión externa puedes comprobar que muchas veces, por la inercia del día a día, la mayoría de las empresas no sacan provecho a una energía térmica que podría ser totalmente aprovechable. Puede que la política y los intereses económicos prefieran otras alternativas, pero es de sentido común pensar que la mejor energía es la energía que no se consume.
Trabajamos con ciclos de potencia que, en lugar de utilizar vapor para turbinar, utilizan fluidos orgánicos que permiten generar energía a menores temperaturas
¿Hay muchos ingenieros agrónomos trabajando en revalorización energética?
No tengo datos, pero creo que se abre un campo enorme en el que los ingenieros agrónomos tenemos mucho que decir: la valorización energética de la biomasa o la generación de biogás con subproductos de la agricultura y la ganadería son campos en los que podemos aportar mucho y en los que deberíamos defender nuestras competencias.
Rank es una spin off de la Universitat Jaume I. ¿Cree que la transferencia de tecnología entre las universidades de la CV y los ingenieros agrónomos está todo lo desarrollada que sería deseable?
Pues seguramente no. Nuestro caso surge casi por casualidad, pero en un principio debería ser más común. Quizá la universidad debería avanzar hacia esquemas de funcionamiento que la hiciesen sentir más cómoda en un entorno empresarial real.
La valorización energética de la biomasa o la generación de biogás con subproductos de la agricultura y la ganadería son campos en los que podemos aportar mucho
¿Es el agroalimentario un sector que debería apostar más por la revalorización energética?
Se trata de un sector en el que existen muchos procesos térmicos y que incluso tiene la posibilidad de darle valor a sus propios subproductos. En Reino Unido, donde hemos vendido una decena de máquinas, todas están instaladas en el sector agrícola, en la mayoría de los casos aprovechando subproductos en una caldera de biomasa. Y se utiliza para generar electricidad y calor útil para suelos radiantes en granjas o secado de cultivos o alimentación animal. Estamos haciendo cogeneración con cero emisiones, aunque es verdad que el clima es diferente.
Somos capaces de alcanzar temperaturas de 150oC únicamente a partir de una fuente de calor residual o circuito de refrigeración y el consumo de energía eléctrica.
¿Cómo definiría la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?
No la conozco en profundidad, pero entiendo que se ha abierto mucho el abanico de sectores donde los ingenieros agrónomos estamos presentes. Problemas como los ambientales se han convertido en una oportunidad de desarrollo de la profesión.
¿Qué amenazas acechan a la profesión?
En general, se está dando una situación en la que los jóvenes no quieren estudiar ingenierías, por lo que en breve tendremos un déficit de profesionales. Por otra parte, se está produciendo un abandono del sector primario que va a reducir algunas de las salidas profesionales clásicas de los ingenieros agrónomos. Y por último, observo una fuga desde la empresa hacia la enseñanza o el funcionariado en general que, aunque muy respetable y como una opinión muy personal, está suponiendo en muchos casos una fuga de talento del sector privado.
Haciendo auditorías energéticas nos dimos cuenta de la cantidad de calor residual que generan las empresas: alrededor del 60% del que se consume, según algunos estudios
¿A qué retos nos enfrentamos?
Creo que debemos saber situarnos en las nuevas oportunidades, como las energías de la biomasa y el biogás, el desarrollo rural o la producción ecológica, que pueden darle un valor añadido al sector que asegure su supervivencia y ayude con el desarrollo sostenible y la lucha contra la despoblación. Creo que no es solo un reto de los ingenieros agrónomos, sino de todo un sector que está viendo cómo desaparecen agricultores y ganaderos.
¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?
Sin duda, los ya enumerados, como la bioenergía, y todos los otros. Quizás en un futuro no muy lejano, los agricultores, ganaderos y productores forestales se convertirán en los nuevos “petroleros”. Los ingenieros agrónomos deberíamos ser una pieza clave en ese cambio de paradigma.