Micorrizas, trichodermas y bacterias: el tridente que estamos domesticando para mejorar el suelo agrícola
Hace tiempo que conocemos a las micorrizas, trichodermas y bacterias. Pero ahora estamos empezando a entender cómo repercuten en el metabolismo de las plantas: cada vez sabemos mejor qué hacen. Y hacemos biotecnología; es decir, aplicamos ingeniería para hacer trabajar a los seres vivos como nos interesa.
Atens, partner del COIAL, está en la primera línea de esta avanzadilla de empresas capaces de domesticar organismos vivos, de practicar una ganadería microscópica que les permite formar ejércitos que se introducen en las plantas. Son la mano de obra escondida que trabaja en la oscuridad para el bien de la Humanidad.
La crisis del suelo: un problema global
Los suelos agrícolas de todo el mundo llevan décadas sufriendo un proceso acelerado de degradación. «El suelo es un recurso no renovable a corto plazo», advierte Gerard Coca, especialista en marketing digital de Atens. «La agricultura intensiva, el uso excesivo de químicos y la erosión han mermado la microbiota del suelo, lo que incide directamente a su capacidad para nutrir a las plantas».
Según datos de la FAO, más del 33% de los suelos agrícolas del planeta presentan signos de degradación. Y al igual que sucede con las iniciativas para generar la energía limpia que vamos buscando, la situación del suelo ha llevado a poner en marcha proyectos como European Soil Mission, que se enfocan en la regeneración de los suelos como prioridad absoluta para el futuro de la agricultura.
El protocolo científico de Atens: rigor y metodología
Gorka Erice, director del Departamento Técnico de Atens, explica con detalle el proceso de investigación que sigue la empresa: «Nuestro protocolo comienza con una selección rigurosa de cepas microbianas. “Actualmente comercializamos tres cepas de micorrizas, dos de trichodermas y dos de bacterias, desarrolladas por nosotros en colaboración con centros como el IRTA y diversas universidades”
El proceso continúa con análisis metabolómicos avanzados. «En nuestro laboratorio utilizamos técnicas como la espectrometría de masas y la cromatografía líquida para entender cómo los microorganismos modifican el metabolismo vegetal», detalla Erice. «No nos limitamos a medir el crecimiento de la planta, sino que analizamos los metabolitos secundarios que influyen en el sabor, aroma y valor nutricional de los cultivos».
La fase de ensayos en campo es igualmente rigurosa. «Cada producto pasa por años de pruebas en diferentes tipos de suelo, climas y cultivos antes de llegar al mercado», explica el director técnico. «Por ejemplo, en el caso de los pimientos, pudimos comprobar un aumento del 15% en carotenoides gracias a la acción de nuestros bioestimulantes».
La sinergia de los tres microorganismos
Atens ha demostrado que la combinación estratégica de micorrizas, trichodermas y bacterias produce efectos sinérgicos superiores a su uso individual. «Las micorrizas, como nuestra cepa Rhizoglomus irregulare MV1, no solo mejoran la absorción de fósforo y agua, sino que pueden modular hormonalmente la planta», señala Erice.
Este último punto quedó demostrado en un proyecto con viñedos, en el cual «logramos retrasar la maduración de las uvas mediante el aumento de auxinas, lo que permitió mantener niveles óptimos de ácido málico y tartárico en los mostos, incluso en condiciones de altas temperaturas».
Las bacterias PGPR desarrolladas por Atens cumplen una función complementaria. «Seleccionamos cepas específicas para liberar nutrientes bloqueados en el suelo, como fósforo o hierro», explica Erice. «Curiosamente, en algunos casos hemos descubierto propiedades adicionales, como una bacteria que inicialmente seleccionamos para movilizar fósforo y que luego se mostró capaz de mejorar la eficiencia del nitrógeno en cultivos de maíz».
Las trichodermas completan el trío microbiano. «Estos hongos no solo protegen las raíces contra patógenos como Fusarium, sino que estimulan la producción de fitoalexinas, compuestos que fortalecen a la planta frente a diversos tipos de estrés», añade el experto.
De la ciencia al campo: aplicaciones prácticas
Los avances científicos de Atens se traducen en soluciones concretas para los agricultores. «Desarrollamos formulaciones adaptadas a las necesidades de cada cultivo y a las prácticas agrícolas habituales», explica Erice. «Tenemos desde microgranulados hasta tratamientos para semillas, porque sabemos que si el producto no se integra fácilmente en el manejo del agricultor, no será adoptado».
Los resultados son palpables. «Hemos comprobado que en solo tres años de aplicación continuada, los suelos tratados con nuestros bioestimulantes muestran una notable mejora en su estructura y fertilidad», afirma el director técnico. «Pero lo más gratificante es ver cómo esto se traduce en cultivos más productivos y alimentos más nutritivos».
La colaboración con el COIAL: compartiendo conocimiento
Como partner del COIAL, Atens participa activamente en la formación de los ingenieros agrónomos. «Nuestra colaboración va más allá de simplemente ofrecer productos», señala Gerard Coca. «Participamos en jornadas técnicas, proyectos de investigación y programas de transferencia de conocimiento, porque estamos convencidos de que la agricultura del futuro pasa por entender y aprovechar el potencial de los microorganismos del suelo».
El futuro de la agricultura está bajo nuestros pies
Los expertos de Atens no tienen dudas: «La salud del suelo será el factor determinante para la agricultura de las próximas décadas», sentencia Erice. «Los microorganismos son aliados imprescindibles para lograr una agricultura más sostenible, productiva y capaz de ofrecer alimentos de mayor calidad nutricional».
Con siete cepas exclusivas y una cartera de productos en constante evolución, Atens se posiciona como referente en esta revolución que aspira a transformar nuestra relación con la tierra y con los alimentos que de ella extraemos.