Partners27/01/2023

Microorganismos edáficos que mejoran los cultivos y reducen el uso de fertilizantes

La diversidad microbiológica que existe en los suelos agrícolas es impresionante. En la oscuridad, ingentes cantidades de microbios, bacterias y hongos libran una batalla por la supervivencia. Y esa guerra tiene repercusiones en el estado de salud y la supervivencia de las plantas. Conocer las propiedades de estos microrganismos y aprender a dominarlos y emplearlos en favor de los cultivos es clave para mejorar su productividad y resistencia.

“Cada año, el suelo pierde diversidad microbiológica y con ello, potencial para el desarrollo de los cultivos. Estimular la presencia de bacterias y hongos que benefician a las plantas enriquece el suelo y genera beneficios para el agricultor”. Nos lo cuenta Javier Jofré, director de Marketing de Atens, empresa partner del COIAL, que es pionera en este ámbito en España. Se fundó en 1994 y desde entonces no ha parado de investigar sobre hongos y bacterias presentes en suelo.

Cada año, el suelo pierde diversidad microbiológica y con ello, potencial para el desarrollo de los cultivos. Estimular la presencia de bacterias y hongos que benefician a las plantas enriquece el suelo y genera beneficios para el agricultor

Un alto componente tecnológico

“Somos una empresa con un componente tecnológico muy alto, enfocados a I+D, que lleva más de 25 años  trabajando con microrganismos: micorrizas, Trichoderma y bacterias”, prosigue Jofré, que subraya la posición de Atens: “A día de hoy somos los referentes en el mercado a nivel de microorganismos, porque no hay muchas empresas que lleven veinte años trabajando, la mayoría llevan cinco o seis”.

Para conseguir esta posición, Atens ha tenido que crear una red de trabajo que incluye científicos, centros de investigación, laboratorios y distribuidores. Según explica Jofré, “llevamos muchos años desarrollando el mejor proceso reproductivo para cada tipo de microorganismo. Además de todo el conocimiento que hay detrás de cada producto, has de contar con protocolo industrial que garantice una producción óptima, invernaderos tecnológicos aislados de la contaminación exterior, bancos de cepas para almacenar los microorganismos…”.

Pero… ¿cómo se trabaja con organismos diminutos?

“Existen diferentes procesos de producción, y en todos ellos se controla la fuente y la metodología de producción. Ejecutarlos de manera correcta es clave para cualquier tipo de microrganismo. Por ejemplo, necesitamos al menos nueve meses para conseguir producciones de escalado industrial de nuestra micorriza in vivo. El inoculante y su planta huésped se cultivan en sustrato inerte en invernaderos automatizados”, explica Verónica Cirino, CEO de Atens.

Le pedimos que nos pormenorice cómo son estos procesos: “Primeramente seleccionamos las cepas que queremos producir. Sus propiedades han de estar avaladas por científicos pertenecientes a centros universitarios o de investigación con los que colaboramos”. Y nos pone un ejemplo: “Hemos aislado una serie de bacterias que convivían con nuestro hongo BEG72 y nuestra planta huésped, necesaria para que el hongo complete el ciclo vital.  A partir de ahí, durante su desarrollo, siempre respetando el ciclo del cultivo de la planta, pueden proliferar varias bacterias benéficas que se desarrollan conjuntamente. De entre estas bacterias hemos podido identificar algunas capaces de desbloquear el fósforo del suelo, movilizar el hierro insoluble, o que sirven para mejorar el aprovechamiento de los fertilizantes nitrogenados. Una vez que son aisladas se han depositado en un banco de depósito de cepas para su conservación”.

A partir de ahí empieza la producción a escala industrial: “Disponemos de una metodología de producción en biorreactores que nos permite multiplicar estas bacterias como producto independiente de la micorriza y comercializarlas. Esto nos da facilidades en el manejo y la producción de nuestros microorganismos”.

Los efectos de los microorganismos en la planta

Retomamos la conversación con Javier Jofré para que nos explique los efectos de los bioestimulantes en base estos hongos micorrícicos: “Son múltiples porque es un producto que es capaz de interaccionar con la planta a muchos niveles. Quizás el más destacable es la mejora de los vegetales en la capacidad de absorción de nutrientes y de agua en contextos de escasez hídrica y de salinidad. En cierta manera garantiza el máximo aprovechamiento de los fertilizantes”. Jofré destaca también la protección del medio ambiente: “Hoy en día, que se busca la reducción de los fertilizantes para evitar problemas de contaminación, los microrganismos nos ayudan a optimizar su uso, lo que hace que se puedan disminuir las dosis necesarias con el consiguiente ahorro para el agricultor”.

También están los beneficios agronómicos: “Genera un aumento de la producción, la calidad y el número de frutos. Los frutos obtienen un mayor contenido en compuestos que les confieren mejor sabor y aroma. Usualmente hemos comprobado que alcanzan un mayor contenido en compuestos nutraceúticos, es decir, más antioxidantes y vitaminas”, apunta Jofré, que concluye así: “En el suelo hay muchísima vida, y la diferencia entre la agricultura de antes y la de ahora es que nunca se ha prestado mucha atención al suelo, hasta hace poco ha estado más enfocada a la planta. Nosotros ofrecemos microrganismos que ayudan al agricultor a reducir el uso de fertilizantes para conseguir una agricultura más sostenible y más saludable”.

En el suelo hay muchísima vida, y la diferencia entre la agricultura de antes y la de ahora es que nunca se ha prestado mucha atención al suelo, hasta hace poco ha estado más enfocada a la planta. Nosotros ofrecemos microrganismos que ayudan al agricultor a reducir el uso de fertilizantes para conseguir una agricultura más sostenible y más saludable.