Partners25/09/2020

NERTHUS nos recuerda el importante papel de la agricultura en la lucha contra el calentamiento global

La agricultura, según las cifras oficiales publicadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, es el segundo sector en emisiones difusas de gases de efecto invernadero en España.

Ahora bien, dicho esto, es igual de importante destacar que, del mismo modo que produce emisiones, la agricultura también tiene la capacidad de ejercer de sumidero del dióxido de carbono. Históricamente ha sido parte del problema, pero es también parte imprescindible de la solución.

En este artículo, nuestro partner NERTHUS se adentra, precisamente, en esta singular dualidad. Su objetivo es demostrar que, mediante unas buenas prácticas, el sector puede revertir los efectos de su intervención en el entorno.

¿Por qué la agricultura produce emisiones de dióxido de carbono?

La agricultura produce emisiones de distintos gases, como el dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Pero ¿por qué razón? Fijémonos en el caso concreto del dióxido de carbono para abordar la cuestión del calentamiento global.
Las emisiones de dióxido de carbono son provocadas, principalmente, por el uso de combustibles fósiles y quemas de residuos agrícolas.

La agricultura como sumidero del dióxido de carbono

Pero la agricultura también tiene la particularidad de poder reducir las emisiones de dióxido de carbono. Ejerce como sumidero, es decir, que absorbe grandes cantidades de carbono y de dióxido de carbono provenientes de la atmósfera.

Las buenas prácticas y sus efectos en el calentamiento global

Así pues, la respuesta está en nuestras manos. Revertir las consecuencias ambientales de la acción de la agricultura es, hoy en día, perfectamente viable mediante unas prácticas agrícolas más sostenibles. Aunque mediáticamente se ponga mucho más el foco en los transportes y la movilidad, hay que tener en cuenta que las buenas prácticas en el sector de la agricultura también van a ser determinantes para hacer frente a la emergencia climática. En el caso de España, se podría reducir este nada menospreciable 25% de emisiones difusas en la atmósfera.

La gestión de los suelos, uno de los factores ineludibles

Ya nos ha quedado claro que, con unas buenas prácticas, la agricultura puede ayudar a combatir el calentamiento global. Pero más allá de la reflexión, ¿Qué pueden hacer los agricultores?

En la medida de lo posible, cambiar esas dinámicas que nos llevan a emitir dióxido de carbono. Entre los factores clave destaca la necesidad de potenciar una gestión más sostenible y eficiente de los suelos. Esto implica, en síntesis, adaptar los cultivos a la capacidad de trabajo de la tierra.

Por otro lado, la reducción del uso de fertilizantes a lo estrictamente necesario, es decir, fertilizar sólo en función de las necesidades de la explotación y apostar por una gestión inteligente de los residuos derivados de la producción también contribuiría a aminorar los efectos negativos de la agricultura en la atmósfera. Pero para esto se requiere de la implicación de las instituciones públicas.

Avanzar hacia una agricultura sostenible por el bien de todos

Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera requieren de una respuesta colectiva urgente. Como hemos visto en este artículo, la agricultura, injustamente señalada por sus efectos negativos, es un agente fundamental para el cambio hacia una disminución de las emisiones a escala global. Avanzar hacia una agricultura sostenible representa avanzar, también, hacia una sociedad más respetuosa con el medio ambiente.