“No existe LA solución al cambio climático, cualquiera de las que se conocen es insuficiente por sí sola”

Salvador Calvet es ingeniero agrónomo y doctor por la Universitat Politècnica de València, donde es profesor de producción animal especializado en ganadería y medio ambiente. Es miembro del equipo directivo de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural, donde coordina la promoción de los títulos de la Escuela.

Después de unas prácticas en la ingeniería Grupotec, se incorporó al Departamento de Ciencia Animal en 2004 para desarrollar su tesis doctoral sobre emisiones de gases en la ganadería. Es en esta temática donde ha centrado su trabajo, tanto realizando mediciones de campo como participando en metodologías para el cálculo de emisiones e inventarios. Todo ello, bajo diversos proyectos de investigación competitivos y contratos con administraciones y con empresas.

Desde 2017 es coordinador de Red REMEDIA, una red científica de ámbito nacional dedicada a la mitigación de los gases efecto invernadero en el medio agrario, ganadero y forestal. Red REMEDIA tiene como objetivo promocionar la investigación científica colaborativa y multidisciplinar, con una clara vocación por la difusión y la colaboración con administraciones y sectores productivos.

Se está trabajando para conseguir una Europa climáticamente neutra, se está tramitando el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y se ha presentado recientemente el Anteproyecto de Ley Valenciana de Cambio Climático. ¿Cómo valoras estas acciones?

El cambio climático es una realidad que ya nos afecta, y lo hará más severamente en el futuro. Supone un reto sin precedentes para la humanidad que requiere acciones coordinadas de mitigación en todos los sectores y en todos los países. Además, exige esfuerzos de adaptación que serán diferentes según las regiones. Es fundamental tener un marco normativo sólido y de largo recorrido para empezar a trabajar, pero también es necesario movilizar de forma coordinada los recursos públicos y privados necesarios para alcanzar esos ambiciosos objetivos, sin olvidar aumentar la concienciación social.

¿Qué papel desempeña el sector agroalimentario en la lucha contra el cambio climático?

Desempeña un papel más relevante de lo que parece. El inventario nacional de emisiones indica que aproximadamente el 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas en España procede del apartado denominado “agricultura”. Este apartado incluye emisiones de campos de cultivo (óxido nitroso) y de la ganadería (principalmente metano). Sin embargo, la cadena de valor de productos agroalimentarios incluye otras emisiones relacionadas con la energía necesaria para el transporte, la climatización de granjas, el procesado y conservación de alimentos o la obtención de fertilizantes. Para añadir más dificultad al cálculo, las prácticas agrícolas y ganaderas afectan a la capacidad que tienen los suelos de retener carbono en forma de materia orgánica, lo cual puede añadir o restar emisiones a la cadena de valor. En definitiva, existe un importante margen de mejora que se debe aprovechar.

Igualmente, el sector agroalimentario deberá desempeñar un papel crucial en la adaptación a los impactos del cambio climático para asegurar la producción de alimentos en el futuro. En este caso, las opciones también son variadas y deberán aplicarse coordinadamente. Algunas serían: el desarrollo de variedades vegetales adaptadas, la planificación de los cultivos, la gestión integral del agua o la climatización de granjas para evitar el estrés por calor. Incrementar la materia orgánica en el suelo en cultivos y pastos, además de ser un sumidero de carbono, también puede mejorar la respuesta de estos ecosistemas al cambio climático.

 

¿No estaremos centrando mucho la atención en el cambio climático y olvidando otros retos igualmente relevantes?

Probablemente, el cambio climático es el reto más transversal y global, pero el sector agroalimentario tiene otros grandes retos que deberá resolver de forma simultánea y coordinada. Entre otros, su impacto en el ciclo global de nitrógeno y fósforo, los efectos sobre la biodiversidad, los temas sanitarios relacionados con la producción animal o el uso de envases plásticos. Creo que el gran reto de la producción agroalimentaria es afrontar los desafíos desde una visión global y no sectorizada, como ha sido habitual en el pasado.

¿Qué papel crees que debemos jugar desde la ingeniería agronómica en la lucha contra el cambio climático?

La ingeniería agronómica es una profesión especializada en gestionar el medio rural y el sistema agroalimentario de forma transversal y por tanto, su papel es esencial. Esa visión global debe permitir optimizar recursos hídricos, planificar de forma óptima la logística de materias primas y productos y aplicar las mejores técnicas disponibles para asegurar la producción de alimentos con el máximo grado de respeto al medio ambiente en su conjunto.

Pasando a ejemplos concretos, deberían ser piezas clave en la fertilización racional de los cultivos y el manejo de suelos, que esperemos que se regule normativamente cuanto antes. También en la aplicación de medidas de reducción de emisiones en granja, reguladas desde hace pocos meses para el ganado porcino por el R.D. 306/2020. O diseñando las instalaciones y procesos dependientes del clima basándose en escenarios de predicción climática (por ejemplo Adaptecca) más que en series históricas, lo cual reduciría riesgos de origen climático.

Así pues, su papel debe ser central y para ello es necesaria mucha formación y concienciación. Las escuelas de ingeniería agronómica vamos ampliando cada vez más la formación ambiental y climática de los futuros profesionales.

La Comisión Europea ha publicado recientemente la estrategia «de la granja a la mesa» para un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente. ¿Cómo la valoras?

Es fundamental contar con una línea de actuación clara basada en evidencias científicas que permita alcanzar objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático. Sin embargo, creo que debería incidir más en que tenemos un sistema agroalimentario variado y diverso que requiere soluciones regionalizadas. Respecto al papel de la producción ganadera, que conozco más de primera mano, discrepo en algunos puntos. Por ejemplo, no debería prescribir con carácter general la instalación de digestores anaerobios en granjas ni plantear la reducción del consumo de carne como medida prioritaria para reducir el sobrepeso y la obesidad. En cualquier caso, coincido en que las formas de producción ganadera son diversas y necesitarán acciones que seguramente serán diferentes para cada caso. No es lo mismo la producción intensiva que la extensiva.

Hablando de la ganadería, algunas fuentes han sugerido que la caída de contaminación durante el período de confinamiento debido al COVID-19 demostraría el bajo peso de la ganadería en el cambio climático.

Creo que es un mensaje totalmente equivocado. Se han publicado imágenes por satélite muy elocuentes sobre la reducción de NO2 (dióxido de nitrógeno), que es un gas producido en los motores de combustión y que tiene importantes efectos en la salud pública, pero no es un gas efecto invernadero. Sin embargo, esta información no debe confundirse con el cambio climático porque no tiene nada que ver. Adicionalmente, este gas se ha confundido con el N2O (óxido nitroso), que sí que es un gas efecto invernadero producido mayoritariamente en la agricultura, mediante procesos que poco o nada se han visto afectados por la pandemia. Lo mismo ocurre con el resto de contaminantes generados en el sector primario. En definitiva, si la actividad ganadera ha mantenido su actividad, sus emisiones (muchas o pocas según el gas en cuestión) se han mantenido.

Pero sí que es cierto que debido al confinamiento han caído mucho las emisiones de gases efecto invernadero.

Sí, las emisiones de CO2 han caído mucho principalmente debido a la reducción del transporte y a la parada de actividades productivas que demandan energía. Ha sido la mayor caída en términos absolutos en la historia, aunque también es verdad que nunca habíamos emitido tantos gases como ahora. Ahora bien, esta es una situación completamente anómala, y desde luego no es el camino a seguir para reducir emisiones. Es importante resaltar que esta bajada de emisiones ha sido parcial, muy limitada en el tiempo y con un coste social inasumible. Dado que el CO2 persiste muchos años en la atmósfera, el efecto apenas se ha notado.

Debe quedar claro que no existe LA solución, porque cualquier solución de las que actualmente se conocen es insuficiente por sí sola. La tecnología jugará un papel fundamental en la obtención de energías renovables y mejorará la eficiencia de los procesos. Necesitaremos también retirar carbono de la atmósfera, pero no para seguir emitiendo alegremente, sino para compensar que no podremos reducir a cero las emisiones. Y seguramente todo eso no será suficiente si no moderamos determinados comportamientos como consumidores.

Desde 2017 coordinas la Red REMEDIA ¿qué tipo de actividades realizáis en la Red y cómo os estáis adaptando a la situación actual?

Red REMEDIA es una red científica centrada en la mitigación del cambio climático en el sector primario, que se rige por principios de colaboración científica multidisciplinar, rigor científico, vocación por la divulgación y colaboración coordinada con administraciones y sectores. Nuestro principal canal de divulgación es el blog, a través del cual informamos de avances científicos y eventos de interés. Anualmente celebramos una reunión científica, que este año tendrá lugar en Elche el 22 y 23 de septiembre. Inicialmente estaba prevista en abril de 2020 pero como tantas otras actividades, tuvimos que retrasarla debido la dramática situación sanitaria.

Adicionalmente, participamos en la organización de cursos de formación junto con otras entidades, aunque dadas las circunstancias estamos empezando a organizar webinars. Creemos que es un formato que ha venido para quedarse por sus claros beneficios ambientales y de gestión del tiempo.

Se ha hablado mucho sobre la capacidad de secuestro de carbono por parte de los suelos, los cultivos y los bosques. ¿Qué alcance ves a estas medidas?

En efecto, su potencial de captura de carbono es elevado puesto que ocupan grandes superficies. No en vano, estas actividades están en el único apartado del inventario que puede restar emisiones, lo cual les hace muy interesantes. Además, favorecer esta captura de carbono puede contribuir a otros beneficios tales como aumentar la fertilidad del suelo o la biodiversidad. Sin embargo, es necesario considerar que estos sumideros son limitados y reversibles. Por ejemplo, reducir el laboreo, la siembra directa o los cultivos cubierta aumentan el contenido de materia orgánica del suelo, pero no de forma indefinida, y el suelo volverá a su condición original si se abandonan estas prácticas.

¿Qué implicación ves en los sectores productivos?

Afortunadamente, veo una implicación creciente en los sectores ganaderos que conozco. Observo que demandan cada vez más información y colaboración, que poco a poco van asumiendo el importante papel que tienen, que quieren demostrar los esfuerzos que hacen y que están dispuestos a mejorar. Seguramente ese esfuerzo es aún insuficiente para responder al reto climático, pero esa implicación creciente me invita a ser optimista.

 

¿Qué investigaciones lleváis a cabo desde el Instituto de Ciencia Animal en materia de ganadería y medio ambiente?

Llevamos a cabo un trabajo muy variado en cuanto a su alcance. Por ejemplo, colaboramos desde hace tiempo con el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias en proyectos de investigación para reducir las emisiones del ganado porcino a través de la alimentación. Hemos trabajado muchos años desarrollando los inventarios de emisiones de gases de la agricultura y la ganadería. Actualmente colaboramos con la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica para analizar y mejorar la situación ambiental de la ganadería valenciana, y cada vez más empresas del sector nos contactan solicitando asesoramiento en materia de ganadería y medio ambiente. En definitiva, nos encontramos en el momento perfecto para abordar los retos ambientales de la ganadería coordinando iniciativas públicas y privadas con el apoyo de la investigación.