“Somos la disciplina que combina la aplicación práctica de conocimientos de ingeniería sobre las ciencias de la vida”
Estefanía Hinarejos Esteve es una brillante ingeniera agrónoma especialista en Industrias Agroalimentarias por la ETSIA de la UPV. En la actualidad es directora en Asuntos Regulatorios – Agribusiness de la empresa AlgaEnergy. Es también fundadora y directora de MATHEX (Microbial Active Technical Experts). Centra su actividad en los marcos regulatorios de fitosanitarios y fertilizantes, especialmente en productos de bioprotección, bioestimulación y biofertilización. También ha sido directora de la asociación IBMA España (International Biocontrol Manufacturers Association). Y es profesora en el Programa experto profesional en agronutrientes y bioestimulantes del COIAL y AEFA.
¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?
El púbico general sigue percibiendo a los ingenieros agrónomos por el origen etimológico de la palabra “agrónomo” y por la fuerte connotación que tiene en nuestras vidas la palabra “agro – agros” (del griego antiguo “campo”). Así que no es de extrañar que cuando se habla de ingenieros agrónomos se olvide poner el acento también en la primera palabra (ingeniero), y no solo ingeniero del campo, sino ingeniero de la industria más potente y más necesaria del mundo: la alimentaria. Y además, en todas sus fases, desde el campo hasta la mesa; desde su inicio en la siembra de plantas o la reproducción de animales (recordemos que cuando hablamos de industria alimentaria no solo hablamos de plantas sino también de animales), pasando por la industrialización y procesado de los sistemas/productos alimentarios hasta que los alimentos llegan a nuestras mesas en cantidad suficiente. Y además, con los baremos de calidad necesarios, que no son pocos, y cumpliendo con todas las normas regulatorias de puesta en el mercado. Tanto para los productos fertilizantes, fitosanitarios o bioestimulantes que se utilizan en la producción vegetal, como para los que se utilizan en la producción animal, para agricultura convencional y para agricultura ecológica. En esto último, os garantizo que hay mucho trabajo y mucha demanda de profesionales bien formados. Así de completa es la posibilidad de nuestro perfil, aunque la percepción que la sociedad todavía nos tiene es en baja estima si se compara con la percepción de otras carreras profesionales. Quizás precisamente por desconocimiento, y como he comentado, por una percepción centrada erróneamente en la etimología del nombre.
Somos profesionales próximos a los problemas de la humanidad en el siglo XXI; ingenieros más humanos y más próximos a la Tierra y sus necesidades que otros profesionales.
¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?
A nivel personal, está claro que las claves del éxito de cualquier profesional son siempre las mismas, como la superación y constancia, entre otras, pero en nuestro caso particular somos la disciplina que combina la aplicación práctica de conocimientos de ingeniería sobre las ciencias de la vida. Durante nuestros años de carrera estudiamos sistemas vivos, como el suelo, plantas o animales, que están directamente relacionados con problemas de hoy, como la alimentación, el cambio climático, el agua, la biodiversidad o la sostenibilidad, que difícilmente se abordan de una forma tan holística en otras carreras. Así que somos profesionales próximos a los problemas de la humanidad en el siglo XXI; ingenieros más humanos y más próximos a la Tierra y sus necesidades que otros profesionales.
¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?
Muy sencillo: la confianza se gana cuando se pide ayuda, hay respuesta, y la respuesta funciona. Durante estos últimos años, incluyendo la época de pandemia, los ingenieros agrónomos están respondiendo frente a los problemas planteados, como el suministro de alimentos, cambio climático, biodiversidad… Es una respuesta consciente pero además, resolutiva. Ahí viene también nuestro punto “ingenieril” y de mantenimiento de la productividad de los sistemas.
¿Qué ha cambiado en las últimas décadas, en el ámbito de los productos biológicos?
Ha cambiado todo: del desconocimiento y desprestigio, al conocimiento y promoción del sector que estamos viviendo hoy, y que además viene apoyado por políticas Europeas, como la Estrategia F2F (de la Granja a la Mesa).
Las algas, y en concreto las microalgas, han beneficiado a la Humanidad desde sus primeros días de vida en nuestro querido planeta azul.
¿Cuál es la importancia de los ingenieros agrónomos en el cambio de paradigma, al introducir el manejo de bioestimulantes en agricultura?
Es un gran cambio de paradigma, que ha costado muchísimos años, y que tiene que ver con considerar a las plantas algo más que plantas. Las plantas tienen sentidos y responden a estímulos, y es aquí donde aparece el papel de los bioestimulantes, que nos han permitido centrar nuestro foco no solo en los factores ambientales externos, sino también en el interior de nuestros sistemas productivos. El cambio de paradigma que estamos experimentando en agricultura nos ha permitido también ver a nuestros cultivos y a nuestros suelos como entes vivos. Ello nos ha permitido apartarnos del egocentrismo y darnos cuenta de que nuestra supervivencia depende de cómo producimos los alimentos y que también la supervivencia de nuestro planeta está íntimamente ligada al mundo vegetal.
¿Es muy compleja la regulación de estos productos?
Más que compleja, necesita también un cambio de paradigma. Y es ahí, en ese cambio de paradigma que ya se ha impuesto en el manejo, en el que todavía tenemos que evolucionar. Las regulaciones siempre van por detrás de los avances científicos y del mercado, pero hoy en día necesitamos esos grandes cambios regulatorios de forma urgente y rápida. En términos regulatorios, nos seguimos moviendo con patrones antiguos: esquemas regulatorios cerrados, que no se adaptan a esta nueva tipología de productos que no funcionan de forma matemática.
¿Son las microalgas una solución revolucionaria para combatir los efectos del cambio climático?
Más que una solución para combatir efectos del cambio climático, porque esto no va a requerir una sola solución sino muchas combinadas, se trata de una fuente prometedora para el desarrollo de nuevos bioestimulantes. En términos generales, las microalgas producen una gran variedad de moléculas biológicamente activas que pueden afectar de forma positiva al crecimiento de la planta, la eficiencia en el uso de nutrientes, los rasgos cualitativos del producto final y aumentar la tolerancia de las plantas a factores abióticos. Además, el sistema productivo se hace en condiciones controladas y confinadas, con lo cual no se esquilman los sistemas naturales. Su plasticidad metabólica y el conocimiento sobre determinadas especies nos brinda la posibilidad de poder trabajar en la mejora productiva y normalización de la composición. Es un trabajo sumamente “ingenieril”, y es esa misma estandarización de los sistemas productivos lo que permite reducir la variabilidad de los efectos de los extractos o de los hidrolizados en las plantas. Esta variabilidad es uno de los aspectos más críticos en la producción de bioestimulantes comerciales. Por supuesto, estas oportunidades existen: la investigación al respecto ha experimentado un crecimiento más que significativo en los últimos años, y todo esto ha de ir acompasado con los aspectos regulatorios y de puesta en el mercado.
En términos regulatorios, nos seguimos moviendo con patrones antiguos: esquemas regulatorios cerrados, que no se adaptan a la nueva tipología de productos.
¿En qué campos se pueden utilizar las microalgas?
Las algas, y en concreto las microalgas, han beneficiado a la Humanidad desde sus primeros días de vida en nuestro querido planeta azul. Las algas verde-azuladas cambiaron la atmósfera del planeta y desencadenaron la evolución de los organismos eucariotas, incluidos los seres humanos. Hoy en día, las algas siguen siendo una bendición para todos aquellos que respiramos, porque proporcionan más de la mitad del oxígeno que consumimos. Además del campo de los bioestimulantes de plantas, donde podríamos nombrar también como de futura importancia la gama de jardinería y hogar por el perfil amigable de los productos derivados, hay otros muchos campos donde están presentes: cosmética y cuidado corporal, aditivos funcionales para su aplicación en alimentación animal, específicamente en el campo de la acuicultura, productos funcionales e ingredientes con interesantes aplicaciones en el campo de la nutrición humana, el desarrollo de colorantes naturales o de biocombustibles de cuarta generación, con gran poder energético y fuente potencial de energía renovable. En fin, que las posibilidades son enormes y enormemente atractivas.
¿Qué amenazas acechan a la profesión?
Quizás la dilución y fragmentación de las carreras. Antes era una carrera, y ahora están como parceladas…la verdad es que se pierde un poco la visión “holística” del ingeniero, aunque puede ser que se gane en practicidad y conocimientos específicos.
¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?
Está claro que tenemos que ir a modelos renovados, que aporten valor y que vayan en línea con los avances tecnológicos, sin olvidar un deber, que es la buena gestión y el mantenimiento de los costes productivos, mediante la toma de decisiones meditada y estudiada.
La percepción que la sociedad todavía nos tiene en baja estima si se compara con la percepción de otras carreras profesionales, quizás precisamente por desconocimiento
En cuanto a sectores de futuro, el dedicarse a la alimentación, en cualquiera de sus fases, es ya de por sí un seguro de futuro. Si además lo relacionamos con las nuevas tecnologías (ejemplo, análisis de datos (inteligencia artificial), robótica o nuevos modelos de redes de comunicación (común a todas las ingenierías) pero tenemos en cuenta que en nuestro caso trabajamos con sistemas vivos, nos encontramos con todo un sector potencialmente en desarrollo y que sin lugar a dudas es nuestro sector de futuro: somos los ingenieros “de lo vivo”, que precisamente por esta característica, es de lo más complejo…pero también, de lo más apasionante.