Viaje al mundo de los microorganismos de biocontrol y fertilización de la mano de nuestro partner Probelte
Sideróforos que secuestran hierro, enzimas que degradan paredes celulares, microorganismos capaces de transformar el nitrógeno atmosférico para transformarlo en amonio o cristales de proteína que causan poros en las paredes intestinales de las larvas de lepidópteros. Son argumentos que parecen sacados de una película de ciencia ficción o incluso de terror. Y en realidad algo de eso tienen. Son parte de los sucesos de índole microscópica que provocan en el subsuelo las empresas que comercializan biosoluciones destinadas a un mercado que valora cada día más los productos naturales.
Muchas de las empresas que diseñan y comercializan este tipo de productos forman parte de AEFA, la Asociación Española de Fabricantes de Agronutrientes, entidad con la que el COIAL mantiene una estrecha relación: tanto por la cocreación de un programa de formación de expertos en este campo, que ha cumplido este año su cuarta edición, como por el hecho de que este es uno de los sectores con mayor índice de innovación. Además, muchas de las empresas de AEFA están radicadas en la Comunidad Valenciana y dan empleo a un importante número de ingenieros agrónomos.
Una de ellas, nuestro partner Probelte, acumula más de medio siglo de trayectoria y más de dos décadas de especialización en biotecnología. Sus investigadores, expertos en microbiología y cultivo de microorganismos, hacen verdaderos esfuerzos para dar con propuestas que cumplan las expectativas y se adapten a las exigencias del mercado. De la mano de Probelte queremos profundizar en los mecanismos que permiten a sus productos reinar en la oscuridad del subsuelo; en este caso, nos centramos en algunos destinados a proteger los cultivos de hueso.
Cepas no modificadas genéticamente
El primer requisito para asegurar la usabilidad plena de las biosoluciones es que ninguna de las cepas utilizadas en su desarrollo haya sido modificadas genéticamente. Por tanto, al estar catalogadas como organismos no modificados genéticamente, se asegura su aceptación en un mercado cada vez más orientado hacia lo natural o con exigencias específicas, como es el caso de los cultivos orgánicos. Cada una de las cepas ha de ser aislada y depositada en la Colección Española de Cultivos Tipo (CECT). Que estos productos biológicos sean aprobados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación garantiza su validación y autenticidad como productos legítimos y trazables.
La cepa de Bacillus amyloliquefaciens AH2, cuyo uso es exclusivo de Probelte, y que exhibe una alta actividad metabólica diferencial, ha permitido crear un eficiente biofungicida foliar. Esta cepa es notable por su producción de lipopéptidos, enzimas, sideróforos y Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs). Los lipopéptidos y los COVs tienen propiedades antifúngicas y antibacterianas, los sideróforos secuestran hierro, limitando su disponibilidad para los patógenos, y las enzimas degradan las paredes celulares de estos, inhibiendo su crecimiento y colonización.
Este biofungicida foliar goza de la clasificación de AH2 como Low Risk por parte de la Unión Europea, lo que refleja su perfil de seguridad y su bajo impacto ambiental. La resiliencia de AH2 mejora la consistencia y efectividad del producto bajo un rango amplio de condiciones ambientales.
Aprovechar las interacciones microbianas en la rizosfera
Probelte también dispone de un biofertilizante que aprovecha las interacciones microbianas en la rizosfera para transformar elementos nutritivos esenciales desde formas no asimilables a formas disponibles para las plantas. Es capaz de fijar biológicamente el nitrógeno atmosférico, transformándolo en amonio y haciéndolo de esta forma asimilable para las plantas. Este proceso natural, mediado por microorganismos diazotróficos, es una fuente renovable de nitrógeno para las plantas, reduciendo la dependencia de fertilizantes sintéticos nitrogenados.
También facilita la solubilización del fósforo, un proceso en el cual los microorganismos del suelo convierten el fósforo inorgánico en formas que las plantas pueden absorber, mejorando la eficiencia de uso del fósforo y evitando la acumulación de fósforo insoluble que puede dar lugar a problemas ambientales. Ello incide positivamente en la bioactivación del suelo: no solo mejora la nutrición de las plantas, sino que también promueve la estructura y salud del suelo, lo que resulta en un mejor desarrollo radicular y una mayor resistencia a condiciones de estrés abiótico debido a la acción de Azospirillum brasilense, cepa M3 y Pantoea dispersa.
Cristales de proteínas con actividad insecticida
Probelte también desarrolla productos que tienen como objetivo luchar contra las plagas. En concreto, la cepa Bacillus thuringiensis var. kurstaki produce cristales de proteínas con actividad insecticida específica contra larvas de lepidópteros. Los cristales de proteínas tienen pH ácido, y una vez ingeridos por las larvas, llegan al estómago de las mismas, en cuyo ambiente alcalino se disuelven en diferentes protoxinas, que se unirán a puntos específicos de la pared intestinal, causando poros a través de los cuales, el hemocele llenará el aparato digestivo de la larva. Al sentirse saciada, la larva dejará de alimentarse y morirá por septicemia.
Este tratamiento permite una acción específica y controlada hacia ciertos tipos de plagas, es inocua para el ser humano, animales y otros insectos auxiliares como las abejas, lo que reduce prácticamente a cero el impacto ecológico de este producto.
Los estudios de campo no dejan lugar a dudas
El uso de estas biosoluciones minimiza la dependencia en químicos sintéticos, lo que no solo reduce los riesgos de fitotoxicidad y resistencia en patógenos y plagas, sino que también mejora la biodiversidad del suelo y la resiliencia del cultivo. También propician el aumento en la rentabilidad debido a la mejora en la producción y la salud de los cultivos.
Los estudios de campo demuestran un incremento en los índices de producción y una reducción en la incidencia de enfermedades y plagas. Estos datos, obtenidos mediante el análisis comparativo con controles no tratados y otros productos del mercado, evidencian una mejora en la calidad del fruto y una extensión en su vida útil postcosecha.
Hay ensayos que demuestran que la reducción del 50% de la fertilización convencional y la aplicación de biofertilizante logra un aumento de la producción: de 17,364 kg/ha con fertilización exclusivamente química a 21,229 kg/ha con combinación con biofertilizante. En ensayos con productos de biocontrol, en comparación con otras soluciones convencionales del mercado, se logró un 89,58% de eficacia contra los patógenos que afectan a los melocotones, mientras que con un biofungicida de referencia se obtuvo un 86,46%.